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La primera procesión penitencial de la Semana Santa 2009 celebrada ayer tarde se recordará por su mala organización. Un paso llevado a hombros de costaleros que salió en el decimosexto lugar en el orden procesional, propició un parón de veinte minutos entre cofradías, circunstancia que derivó en el enfado de la gente que la presenciaba desde Jaume III y calle Bonaire que optaron por marcharse unos, y esperar el resto, invadiendo la calzada, otros.

La Sección Montada de la Policía Local de Gala encabezó la procesión seguido de los Tamborers de la Sala. Luego las cofradías invitadas de Pòrtol, s'Arenal y Coll d'en Rebassa.

En la misma participaron todas las cofradías de la asociación palmesana a excepción de la de Jesús del Buen Perdón que se encuentra sancionada. El primer paso en procesionar fue el de Jesús camino de Getsemaní, de la cofradía Santa Mónica, que lució espléndida decoración floral a cargo de la experta Isabel Ferrándiz y lazo negro por la muerte de un cofrade y del escultor Toni Capó.

El cortejo salió puntualmente de Sant Jaume y se dirigió hacia la Plaça Rei Joan Carles I y el Born, - donde se produjo ya en su inicio un breve parón frente al Palau Solleric-. Luego pasó en su nuevo recorrido por Sant Feliu y Sant Gaietà, calles en las que discurrió con casi nula presencia de público hasta llegar a C'an Asprer, donde sí ya la había, al igual que en Jaume III con gente dispuesta en las aceras debajo los soportales y también en Bonaire. Acabada de pasar la cofradía Santo Cristo de los Navegantes, empezó el asfalto. El motivo, lo apuntado anteriormente. El paso de la Virgen de la cofradía Jesús del Gran Poder que era portado a hombros con gran esfuerzo, aunque aplaudido.

Ya al final la cofradía Cruz de Calatrava procesionó el paso Nuestra Señora de Gràcia y concluyó con el espectacular trono de la Real Cofradía de Santiago, obra del escultor Jaume Mir, La entrada de Jesús en Jerusalén, que estuvo acompañado por todas sus insignias, su presidente, Toni Enseñat, todos sus cofrades y niños peregrinos con su clásico atuendo, acabando en el monasterio de la Concepción.