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PEDRO PRIETO
Aveces uno se sorprende. Como anteayer por la mañana, yendo desde sa Indioteria a la Sang formando parte de la Marxa de l'Alliberació, o si lo prefieren Processo de la matinada a la Sang, que este año cumple su XIII edición. Y uno se sorprende, en primer lugar, viendo lo que ha crecido esta Marxa, que hace 13 años organizó por primera vez Tomeu, párroco de sa Indioteria. Entonces apenas eran cincuenta, como mucho cien, y hoy -anteayer- superaron, de largo, el millar, entre ellos un par de cientos -o más- llegados desde el Pont d'Inca. Sorprende también ver que entre los penitentes sin hábito que van en procesión silenciosa, los hay que empezaron siendo jóvenes y hoy tienen hijos, y casados que son ya abuelos, y pese a los años, siguen, con la particularidad, además, de que los niños y niñas, tambien se han apuntado, niños y niñas a los que anteayer Tomeu quiso rendirles un pequeño homenaje, pues ellos son la cantera, los que sostendrán en el futuro esta Marxa. Pero sobre todo sorprende ver cómo los cofrades de otra procesión, la de La Dolorosa, suspendida el martes por la lluvia, por lo que hizo el recorrido anteayer, enterados de que de un momento a otro llegaba a la Placa d'Espanya la de sa Indioteria, se desviaron de su ruta, salieron a su encuentro, y con ellos cofrades de otras cofradías, como Montision, Santiago, Cruz de Calatrava, La Cruzada del amor divino, lo que supuso, además de un encuentro, una comunión de cofradías, pues todos fueron en una única procesión hasta la Sang, con parada en la cuesta, frente a la iglesia, en cuya puerta la Verge de la Salut, como cada año, les aguardaba para saludar. A todo esto, el número de personas siguiendo el cortejo -y viéndolo pasar- se había duplicado. Y ya decimos, hace trece años apenas eran cien.

En la puerta de la Sang aguardaba el obispo, Jesús Murgui, que por sexto año consecutivo se sumaba a esta celebración. En el templo entró el paso de La Dolorosa -los dos de sa Indioteria permanecían afuera- y el público
Tomeu, el párroco, tras situar a los niños en primera fila, dirigió un breve parlamento a los penitentes que llenaban el templo, dándoles las gracias por su participación.

A continuación hizo uso de la palabra el obispo que recordó el sentido de la Semana Santa a la vez que animó a todos a seguir otro año más, cosa que nadie duda que asi será.

Hay que decir que, como en años anteriores, los que llegaban desde sa Indioteria y el Pont d' Inca, llevando a hombros -muchas mujeres entre los costaleros- los dos pasos -Virgen y Cristo en la cruz-, hicieron una parada en la Plaça d'Espanya para un pequeño refrigerio para recuperar fuerzas tras varias horas de marcha.