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La procesión del Dijous Sant de este año presentaba, en Palma, una novedad importante con respecto a la del pasado año: un recorrido más breve con un final en la Seu. A esa novedad esencial se le sumaban, además, otras dos novedades, éstas ya más coyunturales. Por una parte, tal y como estaba ya previsto, la Cofradía de Nuestro Padre Jesús del Buen Perdón no salió, por estar sancionada, por lo que desfilaron 31 cofradías y unos 3.000 penitentes. Por otra parte, seis cofradías portaron un lazo blanco en su estandarte, en señal de protesta por la reforma de la Ley del Aborto: la Hermandad de la Santa Caridad y del Beat Juníper Serra, la Cofradía de Santa Mónica, la Cofradía de la Santa Faz, la Agrupación de Penitentes Santo Cristo de la Agonía, la Cofradía de Santo Tomás de Aquino y la Real Cofradía de la Virgen Dolorosa.

Una de las razones por las que este año se había decidido modificar en parte el recorrido, era para que la procesión pudiera acabar un poco antes. Así, estaba previsto que el Crist de la Sang llegase a la Catedral sobre la medianoche. Sin embargo, a esa hora aún no había salido de la plaza del Hospital General... y no lo haría hasta media hora después. En este sentido, el presidente de la Associació de Confraries de Palma, Rafel Pericàs, afirmó ayer que la junta de la asociación se reunirá en breve para estudiar las causas del retraso que finalmente tuvo lugar.

La procesión se había iniciado con puntualidad palmesana, a las siete y media de la tarde, pero la falta de más cuadrillas de costaleros de refuerzo en algunas cofradías motivó importantes cortes a lo largo de la noche. Pese a todo, la procesión fue seguida por un numeroso público a lo largo de todo el recorrido.

Junto a las novedades, hubo también espacio para la tradición. Y para sus imágenes. Las de hoy y las de nuestra infancia. Las sillas plegables de madera en Oms, Sant Miquel, Colom o Palau Reial. El intenso frío, casi invernal, que suele acompañar casi siempre a la procesión del Dijous Sant en Palma. La admiración que despiertan todos los pasos, en especial el de Nuestra Señora de la Esperanza y el de Nuestra Señora de la Salud. Los confites. Los aplausos. Las bandas de música. Los tambores. Las trompetas. Los costaleros. El cansancio. El silencio. La emoción. Algunas lágrimas. Y, a veces, una saeta. Monaguillos y monaguillas quitando hilillos de cera. Penitentes descalzos o descalzas, o con cadenas, en cumplimiento de alguna promesa. Y los cortes, acaso lo más tradicional ya del Dijous Sant en Palma.

Cerca ya de las dos de la madrugada, el Crist de la Sang pasó por delante de Cort, en donde se encontraban los ediles del PSOE Antonio Donaire y José Hila, y luego se detuvo unos instantes ante el Consell de Mallorca, en donde la consellera Isabel Oliver, también del PSOE, hizo la ofrenda floral.

Poco después de las dos de la madrugada, el Crist llegó a la Plaça de l'Almoina, en donde fue saludado por los pasos de todas las cofradías. A continuación, la Banda de Música del Ajuntament de Palma interpretó la marcha A la muerte de un ángel, de Baltasar Moyà, y el obispo de Mallorca, monseñor Jesús Murgui, salió a saludar y besar la imagen, que entró en la Seu por el Portal Major. El interior casi se llenó, entre fieles y penitentes. Junto al Altar Major se encontraban los estandartes de las cofradías y la imagen de la Virgen Dolorosa, que siempre acompaña al Crist de la Sang. Monseñor Murgui hizo una plegaria y luego se cantó el Credo. Tras la bendición del obispo, los fieles pudieron acercarse hasta la imagen del Crist, para venerarla. Y la Seu fue quedando poco a poco vacía.

El Crist fue trasladado luego por los prohoms y los sobreposats hacia la iglesia de la Anunciació, acompañado por la Dolorosa, así como por varias decenas de fieles. Tras pasar por Palau Reial, Conquistador, es Born, Sant Jaume y Costa de la Sang, ambos pasos llegaron a su destino. Eran las tres y veintiún minutos de la madrugada. Era ya Divendres Sant en Palma.