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Dinámica oceanográfica y atmosférica y ecología marina fueron ayer términos que sirvieron a los científicos e investigadoers Carlos Duarte y Damià Gomis para explicar y desvelar en la conferencia, organizada por el Club Ultima Hora en el Teatre Municipal, parte de los secretos de los océanos y casquetes polares por el efecto directo del cambio climático que está provocando la contaminación humana.

El menorquín Damià Gomis centró su intervención en sus experiencias e investigaciones en la Antártida, dentro de la campaña oceanográfica ESASSI, dando una visión global del estado del Polo Sur, el menos contaminado por su especial dinámica marina y de vientos, que todavía convierten al continente antártico en un auténtico laboratorio científico «que nos permite comprobar la peculiariedad de un oceano, quizás el más tempestuoso del mundo, con sus corrientes marinas y flujos de hielo y deshielo».

La Antártida y el Àrtico
Gomis dejo muy claro que el oceano Antártico «tiene un papel regulador del clima del planeta y en toda la dinámica marina. La investigación sobre la interrelación de las diferentes capas de mar, que funcionan como una circulación arterial y que afectan a todos los oceanos del planeta, así como todas las investigaciones que se realizan, tienen como objetivo primordial definir un modelo matemático de dinámica marina para prever los cambios que se puedan producir en las próximas décadas».

El impacto y la presión humana en los últimos años está provocando cambios en este entorno tan esencial para la vida del planeta. Dentro de la presión humana, Gomis destacó el incremento de los viajes turísticos a la Antártida. «Es la única actividad económica permitida y no se trata de un tipo de turismo de masas. El Comité de la Antártida controla esta actividad, pero es cierto que se superan las cifras oficiales de visitantes al año, ya que pasan de las 38.000 oficiales a las cerca de 78.000 que se producen realmente».

Carlos Duarte fue mucho más directo en su exposición, afirmando que «se están produciendo cambios muy abruptos en el Àrtico por la presión humana, que es la causante de la contaminación y el efecto invernadero que ello está produciendo, con el consiguiente impacto directo sobre la losa de hielo del Polo Norte, que es un mar rodeado de continentes con las mismas características que si fuera el mar Mediterráneo del norte».

Su previsión de futuro no fue muy positiva: «El Àrtico se calienta más deprisa que el Antártico, que tuvo en 2007 su máxima expresión con una caída brusca de la extensión de hielo permanente. En el verano de ese año se fundió en dos meses la misma cantidad que en los 15 años anteriores, con una perdida diaria del casquete polar de 18 kilómetros. Esta aceleración del deshielo provocará que en el horizonte del verano de 2020, el Àrtico quedará desprovisto de hielo», afirmó.

El calentamiento global por los efectos de gases de efecto invernadero fruto de la actividad humana, «continuará en las próximas décadas». Duarte añadió que sus investigaciones prueban que el hielo está cargado de contaminantes y afectando a todo el ecosistema, teniendo a la población local Inuit como principales afectados. «La descarga brusca de contaminantes es generalizada y afecta al hielo como al oceano Àrtico. La baja salinidad del agua por el deshielo está liberando, además, todo un cocktail de contaminantes que impactan en el placton del Àrtico, lo que está generando cambios bruscos de todo el ecosistema y afectando directamente al cambio climático global del planeta».

La presión de los gobiernos ribereños es, además, otro factor que está acelerando la degradación del Àrtico. «El contexto geopolítico está provocando reclamaciones de los países ribereños para explotar sus recursos pesqueros y petrolíferos en toda la zona», explicó Ambos científicos dejaron claro que Europa está siendo en estos momentos mucho más proactiva en la defensa del medio ambiente, de ahí todas las medidas políticas que se están adoptando en el seno de la Unión Europea para la protección marina.

En el coloquio se preguntó en qué modo podría afectar a Balears el deshielo, puntualizando ambos que en este siglo se prevé que el deshielo provoque un aumento de la altura del nivel del mar de entre 20 y 60 centímetros, pero estas previsiones pueden verse agravadas si el deshielo se agudiza en las próximas décadas, de ahí que tanto Duarte como Gomis indicaran que la propia sociedad tiene la obligación de actuar, «ya que no es solo un problema de los políticos».