La noticia del fallecimiento de una mujer nigeriana en Palma víctima de la gripe A ha causado, como es lógico, preocupación entre las autoridades sanitarias y los ciudadanos, en especial por la excepcional virulencia del caso y la rapidez del fatal desenlace. Todos los asuntos relacionados con la salud pública requieren de una especial cautela, el más leve error o confusión en los mensajes de las autoridades pueden desencadenar un estado de alarma social y consecuencias impredecibles. Un ejemplo reciente puede ser el brote de meningitis ocurrido en España en el año 1997 que obligó a una vacunación masiva de escolares.
Desde la Conselleria de Salut i Consum se ha dado cuenta del caso referido a la paciente nigeriana restringiendo al máximo la información, una actitud que puede pretender proteger la intimidad de la mujer fallecida pero que entra en colisión con la transparencia exigible de cara a la información precisa y rigurosa que se debe transmitir a la ciudadanía. Las autoridades sanitarias de Balears deben ser las primeras interesadas en garantizar la total transparencia en todo lo relativo a la incidencia de la gripe A, tratar de ocultar o minimizar la realidad "por dura que pueda llegar a ser" sería un error gravísimo que podría alimentar una grave espiral de conjeturas, bulos y medias verdades, un cóctel explosivo que alimenta la alarma y de la que están dispuestos a aprovecharse nuestros competidores turísticos.
La situación, por tanto, es delicada y cabe apelar al sentido de la responsabilidad de las instituciones implicadas para, con rigor y transparencia, transmitir a la población la realidad de una epidemia, según los expertos, todavía está en una fase incipiente.
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