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Cinco minutos de silencio y otros tantos de aplausos, entremezclados con algún grito de «asesinos, asesinos», unieron ayer en la Plaça de Cort a representantes de la clase política y de la sociedad civil para mostrar su repulsa a los asesinatos del jueves.

Aunque este tipo de concentraciones son habituales en Cort ante cualquier acto terrorista, la de ayer era la primera en respuesta a un atentado con muertos en Balears.

El lehendakari vasco, Patxi López, y dirigentes de los principales partidos políticos, acompañaron a las autoridades locales y al resto de asistentes en Cort, frente a la puerta del Consistorio donde, dos horas antes, se había celebrado un pleno extraordinario en el que se acordó dedicar una calle a Diego Salvà Lazaún, la víctima que era vecino de Palma. También el Consell de Mallorca había celebrado un pleno extraordinario para expresar su condena.

El Govern balear, que adelantó su reunión habitual para que el president Antich y el resto del Ejecutivo pudieran estar presentes en Cort, acordó conceder a los dos guardias civiles asesinados la Medalla de Oro de la Comunitat Autònoma. Joana Barceló dio una breve rueda de prensa y luego se desplazó a Cort.

El president Antich, finalizados los cinco minutos de silencio y antes de acudir al funeral presidido por los Príncipes de Asturias, expresó su condena al terrorismo y su firme convencimiento de que los terroristas acabarán en la cárcel.

Además de Antich, también Patxi López y otros dirigentes de Balears y de fuera de las Islas mostraron su solidaridad con las familias. «No permitiremos que se alardee de la violencia en nombre de Euskadi», dijo el dirigente vasco. Leyre Pajín, la secretaria de Organización del PSOE, dijo que «hoy todos somos guardias civiles».

Totalmente alejado de la 'comitiva de autoridades' estaba el coordinador general de Izquierda Unida, Cayo Lara, que incluso llegó a pasar desapercibido para algunos medios de comunicación.

Una mezcla de emoción, rabia y curiosidad dominaba esa concentración de Cort a la que algunas personas acudieron con cartulinas con una mano blanca, uno de los símbolos de rechazo al terrorismo. También asomó una pancarta de apoyo a la Constitución
Decenas de cámaras de televisión registraban todo lo que pasaba en la plaza. Durante los cinco minutos de silencio hubo quien cerró los ojos, quien miró al cielo y quien llevaba la mirada de un lado a otro; quizá buscando explicaciones a lo ocurrido o tratando de identificar a los políticos que habían venido de fuera.