El inicio del curso escolar en Balears ha vuelto a suponer un examen de todo el dispositivo de la puesta a punto de las aulas para acoger a los 155.610 estudiantes matriculados, cifra que supone el incremento del 1% respecto al pasado año; un aumento que desde la Conselleria d'Educació se atribuye a un incremento en la continuidad en los estudios de parte del alumnado, debido a la recesión económica, aunque también podría tener su origen en la evolución creciente de la demografía de las Islas.
A pesar del considerable esfuerzo presupuestario realizado por el Govern en la mejora de las infrestructuras educativas y dotación de personal, este curso sigue manteniendo la constante presencia de las aulas prefabricadas. Obras inconclusas o la falta de espacio físico para atender la demanda obligan, año tras año, a tener que recurrir a la provisionalidad de instalaciones temporales en los centros escolares. Esta situación pone de manifiesto que en materia educativa sigue siendo necesario incrementar las inversiones; la enseñanza es ya un derecho universal que debe quedar garantizando en igualdad de condiciones para todos los ciudadanos.
Frente a la normalidad de la primera jornada del curso "viernes, un día atípico" quedan por delante muchas mañanas en las que se repetirá la cotidiana liturgia del ir y venir a las escuelas e institutos de miles de jóvenes, una rutina que "en el caso de Palma" no ha dejado de estar exenta de polémica por las dificultades añadidas al tráfico rodado con la implantación del carril bici en las principales arterias de la ciudad, una decisión municipal que ha provocado no pocas quejas de los padres afectados y que ha obligado a un enorme despliegue policial para evitar el colapso circulatorio.
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