Este verano, cuando logré hablar con ella frente a su casa y le pregunté si iban a celebrar el 20 aniversario de su boda, contestó, tajantemente, que de este asunto «no quiero hablar». Ahora lo entiendo. Para celebrar aniversarios de boda estaban los príncipes de Preslav cuando el fantasma de la separación volaba sobre sus cabezas...
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Pues bien, ayer, lo que intuíamos desde hace dos años, en que ya empezaron a escasear las salidas juntos durante sus vacaciones, se ha hecho oficial según comunicó a Efe, en Sofía, el gabinete de prensa del rey Simeón de Bulgaria. Fuentes de la familia real búlgara aseguraron: «Lamentamos la decisión de que la pareja viva algún tiempo de forma separada y esperemos que superen las dificultades que sufren para reunirse de nuevo».
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En resumidas cuentas, que Kyril -45 años- y Rosario -cumple 41 el 22 de octubre- han optado por la fórmula que pusieron de moda los duques de Lugo: cese temporal de la convivencia.
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Como les he dicho, los periodistas que hacemos el verano y que seguimos a la pareja, intuíamos algo. No era normal que estando en Mallorca, de vacaciones, apenas se les viera juntos. Hace dos veranos, dos o tres veces, y en el último, sólo dos. Mal augurio para una pareja que parecía perfecta: jóvenes, guapos, con dinero, perseguidos por los medios de comunicación en general, amigos de príncipes herederos, reyes, actores de primerísimo nivel mundial, modistos y diseñadores famosos, etc. Casados, además, hace 20 años y casi un mes, y padres de tres hijos: Mafalda (15 años), Olimpia (13) y Tassilo (7), que estudian en el Liceo Francés de Londres.
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Lo malo es que como ambos tienen trabajo en Londres -él se dedica a las finanzas en la City y ella, a asuntos de arte, con agendas muy apretadas- se van a encontrar mañana, tarde y noche, en la puerta de su casa, allá a donde vayan, con docenas de paparazzis que tratarán de captar la mejor imagen de ambos o algunas palabras. Y si ponen tierra de por medio y se vienen a Madrid o a Palma, lo mismo. La separación de un famoso -y ambos los son- tiene ya el mismo valor para los medios de comunicación que su noviazgo, boda y nacimiento del hijo. Y eso lo saben. Por eso digo que dentro del problema lo más duro les llega ahora, ya que en el argot se han convertido en personajes a vigilar durante las 24 horas.
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