Recordar es volver a vivir», con estas palabras resume Tomeu Esteva, el más veterano de nuestros cocineros y conocido popularmente como Mestre Tomeu, los regulares encuentros que mantiene con un grupo de ex discípulos suyos. «Vamos a comer juntos cada dos meses para recordar cosas de cuando trabajábamos en el Hotel Bahía Palace».
Ayer tuvo lugar uno de los encuentros que Mestre Tomeu no olvidará. Aprovechando la visita que realizaron al Museu de Can Prunera, uno de estos ex discípulos «amigos y ya abuelos», recalca, le hizo entrega de una escultura en barro. «Joan Torrens es muy aficionado a la cerámica y ha hecho un trabajo muy bonito. Le quiero dar públicamente las gracias por la atención que ha tenido conmigo» afirma antes de añadir que no olvide escribirlo.
A sus «89 años y medio», Mestre Tomeu se muestra contento de seguir recibiendo llamadas pidiéndole consejos y quita hierro a la tan manida crisis. «He conocido bastantes crisis, la guerra, la postguerra, la guerra europea... todo tiene solución», afirma. Pese a que le pregunto en dos ocasiones sobre la situación actual de la cocina mallorquina, su respuesta es siempre la misma. «Mi experiencia me dice que lo importante es que sea buena cocina, sólo hay dos cocinas, la buena y la mala», para añadir que «la cocina es como el amor: necesita tacto y variedad».
Tomeu Esteva aplaude el incremento de jóvenes que estudian hostelería, «todo lo que sea mejorar la profesión está bien, no sólo para que salgan buenos cocineros sino para que puedan desempeñar cargos de responsabilidad».
Tras una intensa y exitosa trayectoria profesional, sólo lamenta no poder seguir con sus hobbies, cultivar frutales, flores..., «también me gustaba el dibujo y la pintura. La salud es un don de Dios», sentencia el maestro de maestros.
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