El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, anunció ayer que esta semana se aprobará la Ley de Economía Sostenible, una norma que pretende potenciar las energías renovables, fomentar el ahorro energético, dasarrollar la educación e invertir en investigación y desarrollo. Todo ello como medidas para salir de la crisis y en clara contraposición contra una economía «insostenible» de «desastres urbanísticos». Y es ciertamente plausible poner el acento en estas cuestiones por cuanto tienen de necesario respeto a un medio ambiente excesivamente deteriorado.
Pero no debe olvidar que, desde que se produjo el anuncio de esta nueva ley hasta su aprobación por el próximo Consejo de Ministros, ha pasado demasiado tiempo. La posibilidad de que esta iniciativa tenga consecuencias positivas para el crecimiento de la economía ha sufrido una demora notable que ha hecho que los posibles beneficios de la misma lleguen con demasiado retraso.
Otro asunto es que ésta sea la solución para la salida de la recesión, puesto que todos los expertos coinciden en señalar que sería necesario realizar algunos retoques en el mercado laboral. Y también son muchos los que consideran que la subida de impuestos contemplada en los Presupuestos Generales para el año que viene serán un impedimento para la reactivación del consumo, algo esencial para remontar el vuelo.
Sin duda las intenciones del presidente son buenas, pero es preciso tomar conciencia de que cambiar hacia una economía ambientalmente sostenible no es suficiente y habría que analizar cuándo y de qué modo podría hacerse tan radical cambio sin dañar otros sectores productivos que están, hoy por hoy, tirando de la economía.
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