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A Maria Carbonero (Palma, 1956) se la reconoce fácilmente por sus lienzos. Cualquiera que entienda mínimamente de arte sabrá distinguir su obra por la fuerza que transmite. Las pinturas de Carbonero son figurativas, por supuesto, pero también emotivas, intimistas e incluso un punto mágicas. «Me gusta decir las cosas con pocos elementos, quitando lo superfluo para dejar sólo su esencia», aseguró ésta durante la presentación anteayer de Maria Carbonero 1985-2010 la retrospectiva itinerante sobre su obra que acoge el Museu de Menorca (avenida del Doctor Guàrdia, Maó).
Se trata de una exposición imprescindible para conocer la evolución de esta sorprendente pintora que ha sido elegida Artista del Año 2010 por el Govern de les Illes Balears. La muestra arranca en 1985, año en que Carbonero deja atrás el arte abstracto y empieza a trabajar la figuración. La respuesta al cambio está en los viajes que Carbonero hizo alrededor del Globo. «Conocer regiones como Asia o Sudamérica me ha ampliado la mirada», reconoce la artista, quien ve en el Àfrica negra «un nuevo punto de partida. Fue un cambio radical en mi obra».