Largas colas en las oficinas de las diferentes compañías aéreas así como en los puntos de atención de los consumidores en una jornada marcada por la indignación, los nervios y el cansancio en el aeropuerto de Palma como consecuencia del cierre del espacio aéreo español motivado por la huelga salvaje y encubierta de los controladores aéreos.
Las instalaciones de Son Sant Joan presentaban ayer estampas contrapuestas. Mientras que la terminal de llegadas estaba desierta, los aledaños de los mostradores de facturación y oficinas de aerolíneas y touroperadores estaban repletas de ciudadanos afectados por el casos aéreo, en algunos casos haciendo cola para informarse sobre los sucesivos cambios de horarios que se anunciaban en sus respectivos vuelos y, en otros casos, sentados, descansando, leyendo los periódicos, resignados a su mala suerte.
El enfado era más grande entre los ciudadanos que ya habían visto truncado el inicio de sus vacaciones en la jornada del viernes, en la que muchos ciudadanos estuvieron vagando durante horas por las terminales de Son Sant Joan en busca de información o incluso de sus equipajes para volver a sus casos, ciudadanos, algunos de ellos, que en la mañana de ayer volvieron al aeropuerto con la esperanza de poder salir de la Isla.
Los casos más dramáticos, sin embargo, correspondieron a los ciudadanos de Menorca o Eivissa que se habían desplazado a Palma para salir, a continuación, en un paquete vacacional al extranjero, en muchos casos a Estambul, programados por mayoristas como Politours o Iberojet, entre otros. Estos viajeros, además de quedar atrapados en el aeropuerto de Son Sant Joan, tenían dificultades a la hora de reclamar a los operadores turísticos y a las compañías aéreas, que no les daban soluciones. También habían ciudadanos igualmente afectados con programas de vacaciones del Imserso.
Los casos menos graves, dentro de lo que cabe, fueron los de ciudadanos residentes con salidas previstas a lo largo del día de ayer y que se desplazaron a Son Sant Joan, en contra de las recomendaciones de Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea, AENA, resignados de antemano a sus pocas posibilidades de salir de puente.
A nivel personal, algunos viajeros padecieron situaciones dramáticas y muy tristes, ya que, como es sabido, no todos los afectados salían ayer de puente. Es el caso, por ejemplo, de una mujer de mediana edad que indicó llorando a este periódico que su hermano acababa de fallecer en Madrid y que no encontraba la manera de asistir a su entierro.
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