Protestas de los sindicatos ante el conseller Bosch. | Michel's

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Los cien días son el periodo de gracia que suelen dar los partidos de la oposición al gobierno de turno antes de evaluar su gestión. Cien días pueden parecer pocos para demostrar cómo se va a gestionar, pero permiten adivinar algunos indicios sobre los gobiernos que arrancan.

Estos cien días de Govern de Bauzá han estado marcados por el dinero. O, mejor dicho, por la falta de dinero. Los problemas de tesorería han capitalizado los primeros tres meses del gabinete de Bauzá, centrado en conocer las cuentas heredadas de la pasada legislatura y en buscar liquidez en tesorería para pagar con urgencia a los proveedores.

Elecciones

Antes de las elecciones ya comenzaron a aparecer asociaciones que reclamaban dinero, pero Bauzá descubrió poco después de tomar posesión de su cargo que la situación era peor de la que creía. No había dinero para pagar las deudas y tampoco posibilidad de pedir créditos a las entidades financieras. Los cien días arrancaron con la presentación de un super reducido equipo de gobierno. Nunca un Govern había contado con apenas seis consellers, un vicepresidente y 31 directores generales.

El recorte en el staff del gabinete autonómico sería la primera señal de lo que vendría después. De hecho, la palabra recortes ha aparecido en buena parte de los titulares relacionados con el Govern.

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La primera medida adoptada por el Ejecutivo de Bauzá fue dar a conocer la situación económica de las arcas autonómicas. Bauzá y sus consellers sabían que no había dinero, pero desconocían la situación real. La primera decisión, por lo tanto, consistía en evaluar la situación financiera y, posteriormente, presentar el plan de saneamiento ante el Consejo de Política Fiscal.

Después de varios intentos por parte del anterior Govern, el plan de estabilidad fue finalmente autorizado por el Gobierno central. En rueda de prensa, Bauzá y el vicepresidente económico, Josep Ignasi Aguiló, explicaron que el déficit heredado por el Govern ascendía a 1.100 millones de euros, lo que obligaba a buscar créditos con urgencia para empezar a pagar a los proveedores.

El día después de anunciar que se pedirían créditos, Bauzá y su vicepresidente económico se reunían con las entidades bancarias para pedirles colaboración. El plan de saneamiento aceptado por el Consejo de Política Fiscal incluía recortes en las partidas de gasto corriente y la supresión de subvenciones. Además, el Govern se comprometía a reducir 380 millones de sus presupuestos de este año.

El anuncio de recortes han generado no pocos rumores en torno a algunos departamentos, especialmente en sanidad y educación. El plan de saneamiento planteaba para el futuro cambios en el sistema de gestión de los hospitales públicos.

Algunos consellers han tenido que pasar los primeros 100 días soportando protestas sociales de los colectivos que creen que se verán perjudicados por los recortes. Sin embargo, la gran polémica llegaba con los sindicatos. El Govern aprobó una norma para poner a trabajar 89 liberados sindicales.

Los primeros 100 días de la «etapa Bauzá» han estado tan condicionados por la situación económica -ni la buena temporada turística ha rebajado el clima de pesimismo social- que no se habla de inversiones y proyectos de futuro. Simplemente, no hay dinero y los bancos parecen reacios a prestarlo.