«Nací en 1923 en Bombay y me eduqué en el Loyola College de Madras. En diciembre de 1941 los japoneses atacaron Pearl Harbour y la guerra se extendió al Pacífico. Ese mes, fui llamado al Ejército de la India, que por entonces pertenecía a Gran Bretaña. Yo tenía 17 años y mi vida cambió de golpe. Como la del resto del mundo».
Su primer destino fue Birmania, acosada por los nipones. Había caído la fortaleza de Singapur, que los ingleses creían inexpugnable, y la situación era crítica. En Birmania, Nick descubre la legendaria ferocidad japonesa: «En la jungla la guerra era distinta que en Europa. Ahí no había tanques, sólo mulas y soldados. Por las mañanas luchábamos y de noche se imponía el silencio total. Dormíamos en agujeros y los japoneses nos insultaban durante horas, para que respondiéramos. Si lo hacíamos, localizaban nuestra posición y la atacaban». El comandante recuerda que las cargas se hacían con bayoneta y que las luchan eran cuerpo a cuerpo.
En 1943, regresa al noroeste de la India. Es un respiro momentáneo, porque en junio de 1944 cambia de escenario bélico. A su regimiento de Gurkhas lo trasladan a Italia, para luchar contra los alemanes. «¿Qué cuáles eran más feroces, los japoneses o los nazis? Los dos tenían algo en común: su fanatismo. Nunca se rendían, tenías que matarlos». Nick y su unidad desembarcan en el Adriático: «Allí lo complicado era cruzar ríos y tomar colinas. Participé en la batalla de Faenza, en diciembre de 1944». Hasta que la guerra acabó para él, por culpa de una mina que explotó y mató a varios compañeros. A él le hirió gravemente, y regresó a un hospital de la India.
Se recupera, ya ha acabado la gran guerra, pero para él no hay descanso. La India se independiza y los choques entre pakistaníes e hindúes son sangrientos. «Vi cosas horribles, auténticas atrocidades. Trenes cargados de pasajeros muertos. Fue terrible». Después persigue a terroristas comunistas en Malaya, en una guerra secreta nunca reconocida por Reino Unido, y tras una breve estancia en Hamburgo, recala como instructor en Arabia, contratado por el sultán Sheikh Zaid. En 1957 Nick y sus hombres se despliegan en Jordania, para disuadir a Nasser de que Egipto invada el país. Un año después, el comandante Carter llega a Kenia, para hacer cumplir los tratados de paz. Camaleónico como pocos, el oficial se retira en 1962 y llega a Oxford, donde ejerce de profesor hasta su jubilación definitiva en 1962. Ahora, el guerrero descansa en Palma. Junto a su cuchillo Gurkha, por supuesto.
13 comentarios
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A ver si con su ayuda,Comandante Carter,en esta ciudad de Palma, conseguimos imponer el silencio total por las noches.Es una batalla que vale la pena.
Decían los bereberes en la etapa del Protectorado de Marruecos: "Los ingleses, pegan y pagan; los franceses pegan, pero no pagan; los españoles ni pegan ni pagan".
Pues los Británicos son básicamente los que ante la invasión de las islas malvinas por parte de los invasores Argentinos, mandaron a su ejército a combatir y recuperar las islas para su graciosa Majestad a 12.000 kilómetros de distancia, mataron a 700 argentinos y demostraron que son un país moralmente dispuesto a todo. Igualito que en España, donde por ejemplo en muchos lugares esta prescrita la lengua Española, la misma que hablan más de 500 millones de personas en el mundo. Eso son los Británicos, románticos cuando han de serlo y despiadados siempre, los británicos incluso los de punta ballena son básicamente mejores que nosotros, por que viven en un país que en lo básico y en lo importante son capaces de todo, igualito que los Españoles, que atacan su idioma universal, un lugar, ejemplo Mallorca que para poner una calle en el gps tienes que recordar el nombre de la calle en catalufo, si no lo han cambiado con algún nombre bobo de los de la extrema izquierda Mallorca.
jhon carter¿donde estara la cueva de oro? y ¿el medallon para ir a marte?
Yo luche por la republica vivia en madrid mi hermano mayor trabajaba en sevilla lucho y murio con los nacionales. Nunca me he sentido un luchador antifascista, nunca me he sentido orgulloso de matar un hermano igual que mi hermano no se sintio orgulloso de matar rojos y asi o dejo escrito. Mierda de guerra
Mas vale que no le lleven de paseo por Magalluf para ver en que se han convertido sus compatriotas...
¿Cuántos luchadores antifascistas españoles se enrolaron el la Legión Extranjera Francesa (se calcula que más de 15,000) y lucharon contra las nazis en la Segunda Guerra Mundial?. Muchos de ellos siguieron después de la Segunda Guerra, más de mil lucharon después con los franceses en Argelia e Indochina y algunos estuvieron en la derrota francesa de Dien Bien Phu
Por suerte en el mundo hay gente que lucho matando y muriendo para acabar con el fascismo tanto de derechas como de izquierdas, y como bien dice Mr. Carter, los fanáticos no se rinden hay que matarlos.
Igualico, igualico que el Rajoy
Una vida és un tot. Per què nomès veure els aspectes polèmics, oblidant que aquest home va arriscar la seva vida primer contra els fas cismes japonais i nazi? En un balanç, hi ha actiu i passiu.