El jefe del Estado Mayor del Ejército, Jaime Domínguez Buj (d), le entrega la espada al teniente general Cayetano Miró. | José Sevilla

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«No me lo esperaba, ni en sueños. Es la mayor recompensa que puede recibir un artillero porque se la otorgan sus propios compañeros». Lo afirmó ayer el teniente general Cayetano Miró Valls (Palma, 1945) quien recibió en el Alcázar de Segovia de manos del jefe del Estado Mayor del Ejército (JEME), Jaime Domínguez Buj, el Premio Daoíz, el más importante del arma de Artillería y uno de los más prestigiosos de las Fuerzas Armadas.

«Este importante reconocimiento es el colofón a toda mi vida militar. Es un honor inmenso y el broche de oro a mi profesión castrense», añadió el militar mallorquín que contó con el respaldo de su mujer, varios de sus hijos y su consuegro, quien fuera JEME, Alfonso Pardo de Santayana, y del teniente general José Emilio Roldán, quien fuera comandante general de Baleares. El acto se celebró en la Sala de Reyes de la antigua sede de la Academia de Artillería ante unos doscientos invitados.