Maria Antònia Munar, visiblemente más delgada. | Joan Torres

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Maria Antònia Munar de momento guarda sus cartas en el ‘caso Can Domenge’. La expresidenta del Consell compareció ayer ante el juez por primera vez en esta causa y se acogió a su derecho a no declarar. La explicación oficial de su silencio la dio su letrado, José Antonio Choclán: por «coherencia procesal» la expresidenta no ha respondido a la espera de que el Tribunal Supremo resuelva sobre el primer juicio de ‘Can Domenge’.

La Audiencia condenó a seis años de cárcel a Munar por la manipulación del concurso para adjudicar los terrenos a Sacresa a un precio inferior al del mercado. La pena está recurrida ante el Alto Tribunal. Si bien en ese juicio quedó fuera la posible compensación económica, la confesión de Vicens se produjo dos semanas antes del inicio del juicio y empapó todo el proceso. En su declaración en ese momento, Munar negó de plano haber recibido cualquier compensación por la venta de la finca y haber participado en el procedimiento administrativo.

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Munar salió por primera vez de la cárcel en seis meses para esta declaración. Apenas estuvo cinco minutos ante el juez y sí mantuvo una larga conversación con su abogado en la misma sala donde fue interrogada. Quien sí declaró fue Miquel Llinàs, el imputado que actuó como intermediario en el cobro del cohecho entre los cargos de UM y Sacresa. Llinàs cargó en su versión contra Bartomeu Vicens con el que le unía en ese momento una amistad muy estrecha, hasta el punto que manifestó que incluso fue nombrado tutor de la hija del exconseller. Sin embargo, asegura que se han distanciado porque la familia de Vicens cree que fue él quien desveló la cuenta que éste tenía en Andorra.

A esa pelea remitió cuando le preguntaron por el cambio de versión de Vicens que ahora dice que él se llevó 400.000 euros en el reparto. Llinàs niega este extremo y señala que sólo recibió 35.000 que ha devuelto por su mediación. Según contó, Vicens le llamó y le dijo que tenía que recoger unos documentos para él. Se pusieron en contacto con él y le citaron en un bar frente a la iglesia del Pont d’Inca. Allí, un hombre le hizo entrega del paquete que él llevó inmediatamente a Vicens al Consell.

Unas semanas después tuvo que recoger una segunda entrega, en este caso en un hotel del Paseo Marítimo de Palma. El dinero iba en ambas ocasiones en unos portaplanos. Un mes después de la segunda entrega Vicens le citó en el despacho y le dio un sobre con esos 35.000 euros. Asegura que no sabe qué participación tuvieron ni Nadal ni Munar.