José Ramón Bauzá. | ARCHIVO

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«Bauzá se ha tomado de la peor manera posible el descalabro del 24-M: con odio hacia su propio partido. Encerrado en un búnker cada vez más sitiado, ve traidores por todas partes. Encima Madrid pasa de él». Así se expresa un antiguo cañellista perteneciente al sector regionalista del PP. Hay seria preocupación por las reacciones que pueda tomar porque «comienzan a ser irracionales».

El pasado viernes corrió como la pólvora dentro del partido la última orden del jefe. Rabioso al ver que Tomeu Cifre puede volver a ser elegido alcalde de Pollença después de haberse presentado como independiente tras sus intentos por apartarle, Bauzá exigió por personaje interpuesto al único concejal que le queda en esta ciudad, el anonadado David Alonso, que vote a la coalición de izquierdas encabezada por Miquel Àngel March.

Alonso, hijo de militar de la Base pollencina, se quedó de una pieza. «¡Cómo se le puede forzar a que dé su apoyo a una lista en la que hay miembros de Esquerra Republicana! ¡Cómo va a votar Alonso a la Estelada en Pollença!», se comentaba en el seno del partido. Al final la orden señala que se le da «libertad de voto». Eso le permite un respiro al solitario concejal del PP. Si se vota a sí mismo de todas maneras Cifre será el alcalde porque obtuvo más sufragios que la coalición de izquierdas. En su búnker, Bauzá no ve esteladas, sólo a un Cifre que se negó a acatar su orden imperativa de que abandonase la política hace unos meses. Lejos de eso, los pollencins del PP le han votado en masa y han abandonado a Bauzá.

Reacciones como estas son las que sacan de quicio a no pocos dirigentes y militantes. Les da pánico que Bauzá, en vez de irse, intente rearmar el ala madrileñista del partido de cara a un quimérico congreso y aplastar al regionalismo. «¿A este paso va a convertir el otrora gran PP-Balear en una caricatura del PP catalán y va a empujar hacia el PI al grueso de la Part Forana bilingüe y catalanoparlante. Bauzá ha perdido el rumbo», se comenta cada vez con más insistencia.

Entre los «culpables» de la debacle, Bauzá también apunta a Madrid, que se ha crispado con él por los pésimos resultados, peores que los de la corrupta Valencia. Se siente estafado por la calle Génova y por La Moncloa. Durante cuatro años cumplió a pies juntillas sus instrucciones. Cerró empresas públicas, dejó en la calle «a mucha de nuestra gente», impuso austeridad insoportable y subidas de impuestos, «y cuando pidió ayuda a la capital le dejaron en la estacada. Está que trina».

Partido secuestrado

Cada vez está más extendida dentro del PP la sensación de que son «un partido secuestrado por un presidente acabado que no se quiere ir, busca culpables hasta debajo de las alfombras y no le importa si hunde el barco».

El mayor problema a corto plazo es que en el conjunto de las Balears el PP tiene unos quince ayuntamientos en el alero de la negociación. «Pero Bauzá ve traidores hasta en nuestros alcaldes en potencia. Su amargura es tan grande que ya levita en el vapor del odio». Y por otra parte el PI pone mala cara a pactar con el PP en muchos lugares mientras siga mandando Bauzá en el partido.

Los regionalistas del PP empiezan a ver que únicamente una intervención seria y contundente de la calle Génova forzándole a marcharse puede desatascar la situación. «Y lo antes posible. Quedan muy pocos días de negociación».