El obispo Sebastià Taltavull preside su primera homilía en Lluc | P. Pellicer

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La de este domingo no era una homilía cualquiera y el obispo Sebastià Taltavull, administrador apostólico de la diócesis de Mallorca, lo sabía. Lluc es un símbolo de santidad y mallorquinidad para todos los fieles de la Isla y todas las miradas estaban puestas en él.

Taltavull ha presidido en el Santuario de Lluc la Eucaristía de la Diada en su primer acto oficial tras la salida de Javier Salinas. No hizo ninguna mención expresa a su antecesor si bien se refirió a la misericordia pidiendo «perdón por nuestros pecados y la debilidad. Somos humanos. La Mare de Déu lo sabe. Como es madre de la misericordia lo entiende bien», dijo.

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Tomó la palabra Sebastià Taltavull que atrapó a los fieles desde un primer momento. «Ahora tengo dos casas, Barcelona, donde estoy desde hace siete años, y Mallorca, y como no podía ser de otra manera cuando vas a casa vas a ver a la madre y lo primero que quería hacer tras la toma de posesión era ir a ver a mi madre», dijo en referencia a la Mare de Déu de Lluc.

Más tarde, durante la homilía, el obispo Taltavull centró su discurso en alabar la sencillez, la humildad y la misericordia. Citó varias veces al Papa Francisco. Relató anécdotas de sus primeros años en el Santuario del Toro en Menorca despertando la complicidad y risas de los fieles y dando buena muestra de su fino humor. Se mostró próximo, se refirió a la lucha de clases, a la diferencia entre ricos y pobres y reiteró su compromiso de «servir y darlo todo».

Tras la celebración de la Eucaristía los fieles rompieron en aplausos y Sebastià Talltavull manifestó su interés por hablar personalmente con ellos. Se desplazó así hasta la puerta de la basílica donde intercambió pareceres con buena parte de los asistentes. Todos coincidieron en destacar su simpatía, ironía y fino humor.