Miquel Vidal. | Teresa Ayuga

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Cada vez se habla más de Miquel Vidal dentro del PP-Balear como «presunto aspirante a sucesor de sí mismo como presidente del partido». El dice que no, pero «a la manera santanyinera», sin que su negativa sea contundente, siempre dulce y, en definitiva, siempre dejando abierto un resquicio de puerta. Y es precisamente este hilo de luz el que pone en guardia a mucha gente puertas adentro y, de momento, entre susurros. Delante del decorado Miquel Vidal no oculta su apoyo a Biel Company para que asuma las riendas del partido cuando se celebre el congreso (depende de si Rajoy forma o no pronto Gobierno) Pero en el PP han aprendido a interpretar las cosas a partir de los «detalles».

Por un lado, Vidal lleva cada vez más un control más «estrecho» del partido, atento a todos los movimientos; por el otro ha sabido dormir la organización para que no se noten movimientos de tensión interna y, sobre todo, saca una sonrisa de oreja a oreja cuando en algún acto local del partido le gritan «¡presidente, presidente!». Si le preguntan, dice que su ilusión es continuar de diputado y regresar a su antigua tara de funcionario de carrera. Pero tanta modestia hace levantar orejas felinas de peligro, intriga e incredulidad.

De hecho, Vidal está muy bien situado. Se ha hecho amigote del alma de Martínez Maíllo, persona que se ha ganado la absoluta confianza de Rajoy y que suena como próximo secretario general nombrado entre clarines y timbales en el próximo congreso nacional. Si fuese así, Vidal habrá ganado muchos puntos. Maíllo y Vidal son de la misma cuerda. No les gusta tensar. Saben decir sí, o sí, o sí-sí-sí. Luego hacen lo que les conviene. Además, observa con el rabillo del ojo a su entrañable amigo Biel Company, indiscutible heredero de la tradición regionalista balear, pero que «se mueve poco y espera demasiado», según fuentes de su entorno.

Hablar con Company es recibir mensajes de tranquilidad. Asegura no tener prisa, afirma que «cada cosa en su momento». Pero el partido se le duerme a cachos, precisamente porque este estilo soñoliento que ha imprimido Vidal. En la reunión de la última junta directiva fue poquísima gente para tratar cuestiones de segundo nivel. Vidal consigue así ofrecer una imagen de lo tiene todo controlado. Y va ganando tiempo, amigos y apego a la poltrona.