Uno de los momentos de la celebración de la Junta Local del PP de Marratxí. | Twitter

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La sala de reuniones de la Junta Local del PP de Marratxí estaba medio vacía el pasado miércoles. Y encima el ambiente era de auténtico y solemne Día de Difuntos. Nadie acertaba a entender la cara de mortaja que ponía su presidente, José Ramón Bauzá. Algunos lo interpretaron como que no se encontraba a gusto sentado entre dos regionalistas que conspiraron para echarle de la presidencia del partido. A un lado el secretario general, Sebastià Sagreras, y al otro la portavoz parlamentaria, Marga Prohens (a la cual vieron muy acurrucada).

Los marratxiners pensaron que la presencia de los dos peces gordos de la dirección en visita protocolaria oficial ponía de mal humor a José Ramón. Saben que mascaría hierros candentes si con ello les pudiese arrojar a los infiernos. Pero a medida que avanzaba el encuentro comenzaron a intuir que Joserra estaba tocado por una cuestión mucho más profunda e íntima. Aquella cara de crisantemo desvanecido que ponía contrastaba sobremanera con sus tiempos de eufórico presidente autonómico, cuando, por cierto, se negó a abandonar por cortesía la presidencia de su junta local como habrían hecho sus antecesores.

Pase lo que pase, en Marratxí siempre pone buena cara y reparte manitas, como corresponde, como mínimo, a todo farmacéutico con portal abierto en el término. Pero esta vez no fue así.

Al día siguiente, jueves, la sacrificada y aburrida tropa popular marratxinera lo comprendió todo: Rajoy pasó de Bauzá olímpicamente y no le nombró ministro. Es más, le ignoró con desprecio y arrogancia. «¡Ahora lo entiendo todo!», comentaron los miembros de la Junta Local, a la par que comenzaban a correr WhatsApp's por todo el PP Balear derrochando ingenio y regodeo por la no designación de Joserra. Es más, la mala cara de Bauzá del miércoles, según interpretaciones, es que vio que Sagreras y Prohens ya sabían que se quedaría compuesto y sin cartera. Se comenta que le miraron con cara de pena, penita, pena.

Y las bofetadas se sucedieron, imparables, contra Bauzá. La Federación Hotelera corrió para hacer un comunicado donde se afirma que el nuevo ministro, Álvaro Nadal, es el titular perfecto para llevar Turismo. Fue otro rodillazo en la cara de Joserra, que se ha cansado de repetir que tienen «cartas» de empresarios hoteleros en las que le consideraban como «el mejor» para ser ministro del ramo. Todo era un bluff, y la Federación Hotelera se encargó de ratificarlo.

A la hora de la verdad, ceniza, pura ceniza. Y nada más. Ni cartas, ni apoyos, ni gaitas. Y hasta sus compañeros de Marratxí tuvieron que verle emparedado entre dos regionalistas que tienen mucho más poder interno que él. «¡Y para más inri, el Día de Difuntos!». Mortus est.

Y atención porque el congreso regional comienza a hacerse visible en lontananza. Rajoy ya ha anunciado que hará el nacional en enero o febrero, convertido, como es lógico, en un festival en honor a su persona. Pero luego vendrán los regionales. El balear huele a abril, con Miquel Vidal cada vez más fuerte y sutilmente ambicioso (ha logrado dormir el partido, que lleva camino del ronquido colectivo); con Biel Company convertido en el barón de la eterna duda, y con Bauzá más deprimido y solo que un lagarto debajo de una pita. Ya ni en Marrtaxí es capaz Joserra de salvar la cara.