Biel Barceló y Jaume Garau. | Jaume Morey

TW
14

Jaume Garau obtuvo un éxito rutilante como jefe de la campaña electoral de MÉS en las elecciones autonómicas y locales del 2015. Fue una apuesta personal de Biel Barceló y de su círculo más próximo que salió redonda. Garau está al frente de una empresa de consultoría con ramificaciones en Madrid. Dirigió una campaña directa y clara, que caló entre su electorado natural. El premio para esta formación fue la vicepresidencia del Govern, la presidencia del Consell y dos años de la Alcaldía de Palma, entre otros logros nada despreciables. Ahora el PSM (núcleo de MÉS) ha iniciado los trámites para expulsarle del partido. Así es la política.

Tras el triunfo del 2015, Barceló le ofreció cargos importantes: secretario general de Turisme, volver a ser director general como en la legislatura 2007-11. Eso se comenta en MÉS. Pero Garau lo rechazó. Tenía su empresa en marcha con otros profesionales que dependían de él. Tras su éxito como consultor y analista, confiaba que no le faltaría trabajo. Pero no fue así.

Garau ofreció sus servicios profesionales a instituciones y departamentos gobernados por otros partidos. Pero se encontraba con la negativa por respuesta. Ser el cerebro de la victoria de MÉS le había dejado 'marcado'. Saboreó lo que significa 'morir de éxito'. Fue al Consell, a Cort...y al Govern.

Es aquí donde surge, supuestamente, la 'recomendación' política dentro de MÉS para darle trabajo «siempre que sea de calidad» y cuando se producen diferentes contrataciones 'menores' por parte de cargos públicos de MÉS en el Govern y en Cort. Curiosamente, Garau no logró ninguna adjudicación en el Consell, única institución que preside MÉS, dirigida por Miquel Ensenyat, considerado dentro de la organización como un político «no del todo integrado» dentro del aparato del PSM. No obtuvo ni un solo trabajo profesional dentro de la institución insular, lo cual indicaría, en principio, que el ámbito de indicaciones de empatía hacia Garau sólo era entre altos y medios cargos de probada confianza al aparato.

En cambio, Garau si que encontró un eco notable en sus visitas a las Consellerias de MÉS. ¿Era agradecimiento? ¿Era que en Mallorca existan pocas empresas dedicadas a elaborar informes? ¿Era su indudable categoría profesional? ¿Era simpatía? ¿Era todo a la vez? Transcurrió un año sin que ocurriese nada, hasta que de repente el polvorín ha estallado con toda su virulencia...Alguien observaba milímetro a milímetro los pasos de Garau. ¿Pero quién es el dinamitero de este drama?

La detonación ha sido de tal calibre que ya ha caído la consellera de Cultura y Transparencia, Ruth Mateu, cuota menorquina que arma un terremoto entre MÉS per Mallorca y MÉS per Menorca. Los menorquines se van del Govern y dejan la mayoría parlamentaria de la izquierda temblando como un flan. Las palabras de Ruth Mateu son muy claras: «Yo no puede controlar todos los contratos menores que se hacen en la Conselleria». ¿Quiere eso decir que otros decidían por ella allí dentro, en pleno Palma Arena? ¿Está ahí la clave de que la Menorca econacionalista se largue del Executiu?...«Follones de mallorquines...».

Es evidente que los que contentaron a Garau pecaron de ingenuos, comenzando por el vicepresident Barceló. Y pecaron de nenes porque jamás se esperaban que alguien (cualificado e informado) les metiese una bomba de relojería en el polvorín..

¿Pero quién es ese alguien? ¿A quién beneficia que a MÉS se le haya hundido el techo y tenga que pasar el resto de la legislatura a la intemperie? No se sabe cuántos consellers de MÉS caerán o si será suficiente con Ruth Mateu. Pero en todo caso, Menorca se ha ido... los que ocupen sus puestos deberán ofrecer una actitud exquisita dentro del Pacte, sin poner ningún palo a ninguna rueda. ¿Ha perdido MÉS su propio criterio, su vida propia, con este desaguisado, que podría acabar en los juzgados?

Es una situación paralela al actual Podemos, formación mucho más calmada, dócil y de estilo Nórit desde que recibieron ayuda -y mucha- para laminar a Xelo Huertas y colocar a Mossen Balti Picornell en su puesto de presidenta del Parlament.

La explosión MÉS es un toque de corneta a la disciplina dentro del Pacte. Concuerda con las encuestas 'secretas' que circulaban en las últimas semanas, que dan una ligera subida al PSIB y un leve descenso a MÉS y Podemos. Además, la traca Garau salpica a Antoni Noguera, que será alcalde de Palma dentro de tres meses en sustitución del socialista José Hila. Noguera tendrá que asumir la vara mucho más dialogante y pactista dentro de la izquierda de lo que lo ha sido el propio Hila. No está para desplantes ni alcaldadas después de lo que ha pasado.

Las tracas de los últimos meses debilita las dos alas del Pacte (MÉS y Podemos), pero refuerza su cuerpo central. En realidad, estas dos alas son ahora más cortas, ligeras y disciplinadas, permiten que el cuerpo central vuele con mayor agilidad, altura y armonía. El Pacte es ahora aparentemente más débil, pero su armazón central sale reforzado.

Sólo resta por saber la política de relevos que prepara MÉS y si la detonación afectará directamente al vicepresident Biel Barceló. Si fuese así (que está por ver), crece la figura de Antoni Verger. Pero, en todo caso, comprendiendo que la bomba Garau, que murió de éxito y admiración, es una llamada al orden.

Al 'orden' en el más estricto sentido de la palabra. En una coalición, el éxito inicial no es garantía de nada. La pugna de equilibrios dentro de la correlación de fuerzas se libra cada día, cada hora, cada minuto, siguiendo, por ejemplo, los pasos de un Garau que buscaba trabajo.