Cada año, las multinacionales y los grandes almacenes ocupan más espacio en el paisaje urbano, y los pequeños comercios tradicionales van desapareciendo.
Sin embargo, no siempre es así, y todavía podemos encontrar comercios como los de antes. La famosa papelería Minerva de la calle Velázquez es un claro ejemplo. Es la papelería más antigua de Ciutat y el año que viene cumplirá 80 años. ¿Su clientela? Ciudadanos que, generación tras generación, han confiado en esta empresa familiar.
Historia
Actualmente, la papelería es regentada por María José Noguera, que lleva cuatro años al frente. Noguera nos cuenta que «la papelería era de Jaime Mut, y cogió a una dependienta llamaba Nati Narbona, que tenía 16 años. Cuando Mut se jubiló, le regaló la empresa a Nati, que ha estado 45 años al frente. Ella es mi prima lejana, quería traspasarlo y yo lo cogí para que no se perdiera la tradición».
La mujer explica que «aquí tenemos cosas que no hay en ningún sitio de Palma». Muestra los recortables y figuritas que usaban los niños de hace más de 50 años y que, según asegura Noguera, «todavía se venden mucho, vienen los padres a comprar estas cosas a los niños para que dejen los móviles».
La dueña del negocio cree que el secreto para competir con las grandes superficies es «tener cosas que otros no tienen». Por eso, entre sus estanterías se pueden encontrar, además de los recortables y del material típico de papelería, rosarios y libros de comuniones, tarjetas de nacimiento, boda y defunción, e incluso libros de contabilidad que, según la regente, «se venden muchísimo, los compran abogados y contables que prefieren tener las cosas apuntadas a mano».
En los ojos de María José Noguera se refleja su amor por la papelería. Aún le quedan años para jubilarse, pero asegura que su intención es «traspasar el negocio a alguien que le guste, no quiero que se pierda».
2 comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
En esta papelería siempre encuentro cosas que no hay en otros lugares. Nati era un encanto, siempre cariñosa con la clientela, y esforzándose por ofrecer un buen servicio. La última vez que estuve allí, para comprar unos calendarios para el año próximo, me atendió muy amablemente Mª José. ¡Ojalá este tipo de comercio tradicional dure muchos años!
La recuerdo con cariño, ya que todavía recuerdo lo que compré por primera vez en esta tienda. Y ya han pasado años. Que dure, como mínimo, otros ochenta.