Caterina Canyelles, Joan Melià y Maria del Mar Vanrell. | Joan Torres

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Más de 160 idiomas originarios de todo el planeta se hablan en la actualidad en Balears fruto de un proceso migratorio que comenzó a ser muy importante a principios de los noventa y siguió creciendo de forma masiva hasta 2010, al inicio de la crisis.

Eso significa que «ya comienza a nacer la tercera generación desde la llegada de sus abuelos», afirma el profesor Joan Melià, que está al frente del Gresib (Grup de Recerca Sociolingüística de les Illes Balears), ligado a la UIB. Las profesoras Maria del Mar Vanrell y Caterina Canyelles también forman parte de este organismo, que realiza un seguimiento de la evolución de las lenguas extranjeras en el Archipiélago partiendo del hecho de que aproximadamente uno de cada seis residentes en Balears ha nacido o procede del extranjero. Se trata de colectivos que van variando, pero que el año pasado ya alcanzaron los 188.000 personas.

Estos investigadores parten de un principio básico para analizar una realidad tan plural: a medida que estos inmigrantes y por el paso de las generaciones, van integrándose en nuestra realidad. «Es una lástima que pierdan sus idiomas de origen. Lo ideal es que los mantengan, como ocurre en la mayoría de los casos. Infinidad de ellos hablan la lengua de sus padres en segunda generación. Otra cosa es que la sepan escribir», afirman Caterina Canyelles y Maria del Mar Vanrell.

El alemán, el inglés y el árabe son los más hablados. También tienen presentes otras realidades, como las diferentes modalidades de la nación china, cuyas variantes más extendidas son el mandarín y el wu, aunque no las únicas. Eso hace que el colectivo chino en Balears, superior a los 5.000 residentes, «tenga en realidad una diversidad lingüística notablemente grande entre ellos mismos, aunque la población en general no lo detecte», indica Caterina Canyelles, que lleva años analizando la evolución de estos colectivos orientales.

Otro dato significativo es que la gran mayoría de inmigrantes mantiene como primera lengua la de sus países de origen y la transmiten a sus hijos, lo cual «ha producido una transformación sociolingüística, cultural y de costumbres extraordinaria en el Archipiélago en las últimas décadas», señala Joan Melià.

Consolidación

Ese grupo de investigación ha detectado que, exceptuando algunos idiomas americanos o africanos, como el guaraní o el quechua, «los hijos de inmigrantes conservan su lengua originaria, que combinan con el castellano y, justo después, con el catalán». La evolución de las lenguas en las Balears ha venido provocada en buena parte por el turismo y la llegada de miles de personas en busca de una mejor calidad de vida, sea intentando encontrar trabajo (la mayoría) o eligiendo el Archipiélago como paradisíaco lugar residencial, como es el caso del grueso de alemanes e ingleses llegados a Balears.

Las tres lenguas extranjeras dominantes son el alemán, el inglés y el árabe, con más de 20.000 personas cada una de ellas que las practican. También mantienen la alfabetización de sus idiomas de origen en la segunda y tercera generación. En el caso de los alemanes e ingleses porque suelen dar una buena formación a sus hijos, mientras que en el caso de los que hablan árabe «las mezquitas realizan una excelente labor de enseñanza de este idioma a personas de diferentes nacionalidades, sobre todo marroquíes», afirma Caterina Canyelles.

El resto de lenguas de procedencia europea también tienen garantizada su pervivencia en la mayoría de los casos, comenzando por el francés, el italiano y el neerlandés. También tienen importancia, en el conjunto de las Balears, los que hablan francés, gallego y rumano, con más de diez mil individuos en cada caso. Entre las lenguas que hablan más de mil personas se encuentran numerosas de África, Asia y Oceanía, desde el punjabí al tagalo, «si bien en estos casos hay muchas más posibilidades que se pierdan cuando las diferentes grupos procedentes de la inmigración lleguen a la tercera generación», indica Joan Melià.

Lenguas muy minoritarias

Otros idiomas africanos como el igbo (procedente de Nigeria), wólof (Senegal y Gambia), bambara (Malí) también se mantienen, «si bien son propensos a su minorización en Balears con el paso de las generaciones», indica este colectivo de profesores, que lo considera «una lástima».

Otro de los objetivos del Cresib es analizar la integración de los inmigrantes en sus diferente lugares de residencia. Melià afirma que «el bagaje de conocimientos lingüísticos que poseen en su conjunto es extraordinario, de una riqueza enorme, más teniendo en cuenta que necesitamos muchos, profesionales que dominen diferentes idiomas». Sin embargo, no es partidario de crear colegios agrupando a estos colectivos por afinidades lingüísticas. «Sería un error», indican los profesores, ya que «el objetivo fundamental ha de ser el de la integración. Los guetos nunca son buenos».

Los expertos explican que «una vez se vaya consiguiendo esta integración sí sería bueno establecer grupos de trabajo para que los hijos de inmigrantes ayudasen a enseñar sus idiomas de origen a sus compañeros. Deberíamos trabajar más en este aspecto de interacción», señalan.

Hay que considerar que se trata de colectivos muy diferentes entre ellos y que normalmente no suelen relacionarse unos con otros de una manera más activa de lo que pueda hacerlo el resto de la población. Son las relaciones laborales o sociales las que a menudo determinan su futuro como colectivos tendentes a la integración pero «teniendo en cuenta que en privado la mayoría mantiene su propia lengua».