En la Llar dels Ancians de Palma evoca su primer recuerdo político: el 14 de abril de 1931, en Sóller. «Estaba con mi padre, empleado del Ferrocarril. Tenía 12 años. Se acababa de proclamar la República. La gente reía y gritaba alborozada. Pero un hombre lloraba de forma desatada. Padre, ¿por qué llora?, le pregunté. Y el contestó: la mayor expresión de felicidad de un hombre es un buen llanto».
La familia se trasladó a Palma tras haber sufrido el padre problemas laborales y abrieron una herrería en Ses Cadenes. Gabriel, fiel al destino de su generación, se afilió en 1936 a las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), fusión de los socialistas y comunistas dispuestos a defender el Frente Popular. Tenía 17 años.
Tras el golpe de Estado acabó detenido. En septiembre del 36 le encerraron en Can Mir, el tétrico almacén de maderas situado donde ahora está el cine Augusta.
Llegó a haber mil presos en aquella prisión improvisada por los alzados, muchos de los cuales acabaron fusilados. «Nos tenían hacinados. Para comer nos daban boniatos y judías. Yo no vi sacas porque la guardia estaba completamente separada de los presos. El ambiente en el interior era tremendo, de una profunda depresión, pero tampoco recuerdo histerismos. Se conservaba la calma». Sabe que es el último de Can Mir. «Así me lo ha dicho el historiador David Ginard».
Dos meses después empezó su calvario de trabajos forzados. «Me trasladaron a la carretera de Campos a la Colónia de Sant Jordi, a picar piedra. Después a otros lugares donde se hacían carreteras. Así pasé toda la guerra. Luego, con la postguerra, vino lo peor», señala, manteniendo la serenidad de espíritu. «Pasé por diferentes campos de trabajo de la Península.
Estuve en Cerro Muriano, en Tetuán, donde intenté escapar y me encarcelaron, y en Sierra Carbonera, Málaga, donde construimos nidos de ametralladoras porque Franco quería tener controlado Gibraltar. El hambre era atroz. Me salvé gracias a un consejo de mi madre: me comía crudos todos los caracoles que encontraba. No es agradable pero sí efectivo. Al salir pesaba 40 kilos. Y me obligaron a hacer el servicio militar: dos años», señala, con firmeza en su mirada.
Después trabajó en la construcción del Dique del Oeste de Palma «por diez pesetas al día, casi lo que valía un pan de estraperlo». Alrededor de 1947 escapó en una barca a la Argelia francesa, donde encontró trabajo en una herrería. Estuvo hasta 1962. Regresó y dio clases de francés en la escuela de Valldemossa. Después trabajó como herrero.Tras la muerte de Franco «no volví a la política porque veía a la izquierda muy dividida y a mi me gusta la unidad. Sigo siendo tan republicano como entonces. Lo que no me gustan son las peleas inútiles. Mi sueño es un partido único de la izquierda, lo que buscábamos las JSU».
Hoy día distribuye su tiempo en la Llar del Ancians de General Riera, donde duerme y come, y su domicilio en Son Cladera, al que acude en autobús por las tardes a pasar unas horas. Sigue el conflicto catalán y distribuye culpas: «Es cierto que Madrid no trata bien a los catalanes, pero tampoco a los baleares. Y nosotros no nos hemos levantado. Los catalanes tienen parte de razón, pero se han pasado».
Ya llega a los cien años, pero dice: «No es tan agradable porque ya no me quedan amigos. Todos los de mi generación han muerto».
17 comentarios
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Este hombre se conserva muy bien. Mi abuelo quien decía algo parecido: que todos los de su quinta ya habían muerto. No hablaba de la JSU porque no había tenido ni edad ni luces para afiliarse a esa organización juvenil de rebeldes de la época. Sólo era un campesino tenaz y casi analfabeto que apenas estuvo una semana en un campo de concentración tras extinguirse el ejército de la República, en donde por segunda vez hizo la mili, por llamamiento del Dr. Negrín, sin saber muy bien para qué, ni mi abuelo, ni Negrín, ni nadie prácticamente a aquellas alturas de la película (calculo que hacia 1938), porque lo de la batalla del Ebro digo yo que sería algo así como un ejercicio táctico de preparación de la batalla de Stalingrado. El teniente coronel Tagüeña ya no nos lo podrá decir, porque murió hacia 1971, pero habría tenido su interés. De momento leamos las sabias palabras de don Gabriel, que la edad es un grado, sobre todo cuando se han transitado tiempos trágicos.
Aquí seguimos, nuevas generaciones, nuevas ideas pero con el mismo espíritu. SyR
No basta con leer la historia de este señor, hay que leer otras historias, totalmente diferentes. Y después sacar conclusiones. Espero que nunca más vuelva a ocurrir un desastre como aquel y que de verdad se cuente lo que fue aquella impresentable II República española.
Tú le vas a dar lecciones a uno que lo ha vivido! (sobrevivido, mas bien). Hay que ver qué atrevida es la ignorancia. ¿En esos libros de "Historia" que has leído no hablan nada de respeto? Es una pena.
A los herederos del franquismo (PP, Cs, Falange...) y a los que les apoyan (PSOE actual) les interesa que todas estas cosas no se sepan, que no se hable de ello.
Este señor está contribuyendo a mantener los valores que su historia transmite pues participa en un proyecto intergeneracional donde explica su historia de vida. Un lujo haberle conocido
desde luego todo un personaje y una persona de una conversacion super interesante para todo a que que como yo ha tenido el privilegio de conocerle y hablar con el frete a un cafe historia viva que muchos quieren olvidar
Qué bonito que sería que nuestros jovenes leyeran esta historía
i n'hi ha que encara defensen la dictadura.. és increïble! i que quedi clar que no fou una guerra entre iguals, la república era legítimament votada pel poble, els feixistes varen fer un cop d'estat il·legal. Curiosament, aquests que ara es consideren defensors de la legalitat són els que defensen els que no la varen respetar. Tenen una doble vara de mesurar la història
Salvo error este hombre no mató a nadie. Ni combatió. Le apresaron por sus ideas.Por tanto es innecesario sacar a relucir izquierdas y derechas en una guerra fraticida, las peores. Es noticia por ser el último preso de Ca'n Mir. Cuenta su historia y en vez de valorarla ya estamos en que las represalias de uno u otro bando. Seguro que con sus años, de poder hablar con él mas de una lección de humanidad sacaríamos. Obviemos quien dice que con el franquismo (¿una medicina?) se vivía mejor. Simplemente era mas jóven.