Bel Oliver afirma que los destinos españoles tienen que competir en calidad y no en precio. | M.A. Borrás

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Bel Oliver (Campos, 1961) es licenciada en Ciencias Biológicas por la UIB y funcionaria de carrera del Cuerpo Superior de la Administración de la Comunitat Autónoma. Fue secretaria general técnica de la Conselleria de Turisme (1999-2003), regidora del Ajuntament de Palma (2003-2004) y gestionó el departamento de Economía y Turismo del Consell entre 2007 y 2011. Diputada en el Parlament desde 2011, es la nueva secretaria de Estado de Turismo y estuvo al corriente, durante todo el sábado, de los ataques de turismofobia en Palma.

¿Qué opina de la turismofobia y del acto de protesta que ha tenido lugar en Son Sant Joan?
—Me preocupa este tipo de actuaciones. La turismofobia es un problema de equilibrio y concienciación social. Es importante dar a conocer lo que es y supone la industria turística, ya que ‘el no quiero a nadie' no tiene cabida en una economía, como la balear, que depende de la industria turística. Falta información y más concienciación, así como un mayor equilibrio entre residentes, turistas, la vida en la barriadas y en todos los aspectos inherentes a la idiosincrasia cultural balear.

¿Hay saturación turística?
—La hay en algunos puntos concretos, por lo que hay que trabajar con los flujos turísticos y buscar un equilibrio con navieras, transportistas y ayuntamientos. Repito e insisto en que hay que buscar el equilibrio entre residentes y visitantes. El residente se tiene que sentir a gusto, pero también hay que tener claro todo lo que representa la redistribución de la riqueza. También añadir que hay otros lugares de la Península que buscan tener más turistas, pero hay que respetar los derechos de todo el mundo con equilibrio.

¿Qué estrategia va a seguir el Gobierno en materia turística?
—El presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, y la ministra Reyes Maroto apuestan por el turismo. Van a poner en la agenda política el papel relevante de esta industria. Y no es cierto que el turismo sea una maría para el Gobierno de España. Se trata de un sector estratégico y el Gobierno le va a prestar la atención que merece, de ahí que habrá una política turística proactiva.

¿Cómo se explica que el Gobierno haya rebajado en los últimos años un 48 % el presupuesto para Turismo?
—No viene de ahora, ya que heredamos una situación marcada por el techo de gasto. Nuestro departamento ha pasado de tener un presupuesto de 700 a 313 millones. El objetivo es activar el músculo político y económico, de ahí las reuniones que vamos a mantener esta semana con la sectorial del turismo español y con las autonomías.

¿Qué va a pasar con la Platja de Palma? ¿Se cierra el Consorcio?
—Se optó en su día por abandonar el Consorcio, dentro de una política estatal marcada por la falta de recursos económicos. Parte de la deuda con el Estado se ha saldado y a partir de ahora se tendrá que actuar con otro tipo de fórmulas, caso de acuerdos o convenios específicos. En ningún caso quedará olvidada esta zona turística madura.

¿Qué harán entonces con los destinos turísticos maduros?
—El Gobierno del PP no ha invertido ni un euro en los últimos siete años por la crisis. Es más fácil destruir e ir a menos que construir y remontar una situación. Esta tendencia se puede cambiar y vamos a trabajar para ello.

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¿Tienen que invertir más los ayuntamientos?
—Sí, porque hay que acompañar las inversiones realizadas por el sector privado. Estamos hablando de mejorar la competitividad turística de España.

¿Qué opina de la campaña ‘Better in winter'?
—Es una buena campaña por los resultados obtenidos. Se ha conseguido alargar la temporada en Mallorca, que era el objetivo de todo el sector turístico. Y todo esto se ha podido hacer porque se cuenta con productos turísticos desestacionalizadores.

¿Se consolidará el proceso de desestacionalización en Mallorca?
—Mientras haya producto, apuesta empresarial y visión estratégica de touroperadores y aerolíneas, la prolongación de la temporada se consolidará, con los efectos económicos, laborales y sociales que ello tendrá en Mallorca, ya que conseguir esto en Menorca y Eivissa es más complicado.

¿Qué opina del ‘balconing'?
—Me preocupa esta cuestión y hay que tomar medidas. Las medidas más prácticas son actuar en país de origen de los turistas y en la propia oferta hotelera que acepta un tipo de turismo que no beneficia ni al destino ni a la imagen turística. Hay que apostar por un turismo de calidad.

¿Qué pasará con el alquiler turístico vacacional?
—Es un tema complejo en toda su amplitud, ya que esta interrelacionado con competencias europeas, estatales, autonómicas, municipales e insulares. Hay autonomías en que es un problema y en otros no. El objetivo es clarificar una cuestión legal que afecta a 17 comunidades autónomas. Se va a trabajar en ello.

¿Cómo cree que va a evolucionar la digitalización en la industria turística?
—Es un reto para todos los destinos y para la propia industria turística. La digitalización de la industria turística va a marcar la trayectoria de una industria que siempre ha apostado por las nuevas tecnologías para mejorar su rentabilidad.

¿Qué cree que puede pasar en 2019 con el resurgir de los países competidores?
—Se veía venir, ya que hasta hora todos tenían problemas menos nosotros. España no puede competir con precios y sí con calidad y dar el mejor servicio. Tenemos futuro turístico y nuestra misión es afianzarlo con la calidad.