«Terrorífico. En cuestión de segundos se hizo de noche, empezó a llover fortísimo y luego ya era un estruendo, como si fuesen explosiones. Duró unos dos o tres minutos, pero hemos pasado verdadero pánico». Así relataba Carmen Cruz los momentos de angustia vividos este martes por las personas que a mediodía se encontraban en el interior de las instalaciones deportivas de Can Coix. «Yo no había visto nunca nada igual. Lo ves en la tele y piensas que no será para tanto, pero cuando lo vives sabes lo que es miedo de verdad. Ha sido algo brutal, de verdadero pánico y lo peor es que no sabíamos exactamente qué es lo que pasaba», añadió Carmen al tiempo que realizaba aspavientos para explicar lo vivido.
Apenas dos horas después de vivir las embestidas de un fenómeno similar a un tornado, Carmen y sus compañeras se afanaban en limpiar y recoger parte de los desperfectos causados por el cap de fibló en uno de los accesos al Polideportivo.
Muy cerca de ellas, un grupo de técnicos analizaban los daños y valoraban las primeras medidas a adoptar junto al conseller de Deportes, Salvador Losa, el jefe de la Policía Local, Javier Verdugo, y el director del centro, Francisco Sánchez. Posteriormente, el grupo se desplazaba hasta otro punto próximo para canalizar todas las informaciones a través del puesto de mando avanzado.
«Entré en shock»
En el otro lado de la carretera, Gonzalo Martín accedía a su casa por el espacio libre que quedaba por debajo de un enorme pino que acabó cruzado en el camino vecinal de acceso a su propiedad. «Al enterarnos de lo que había pasado regresamos a casa. Vimos árboles y vallas caídas y no encontrábamos a uno de los perros. Uno de los pinos había descubierto la fosa séptica y el pobre se había caído dentro. Afortunadamente llegamos a tiempo y lo rescatamos», advirtió.
Junto al acceso, operarios municipales y los propios vecinos empezaban a abrir paso cortando los gruesos troncos de los árboles caídos. Muy cerca, un técnico atendía los daños causados en el tendido eléctrico por la caída de una torre del sistema.
Siguiendo la carretera, Daniel Antúnez esperaba la ayuda de los equipos de emergencia para poder retirar los árboles que obstaculizaban la entrada a su propiedad en Can Germà. «Iba a salir con el coche y se me vino encima el remolino. En cuestión de un chasquido de dedos pasamos del día a la noche, después una lluvia de gran violencia y para acabar un viento como nunca lo había vivido. Es un shock. Afortunadamente no había salido de casa y lo podemos contar», relató Antúnez.
Otro vecino, Martin, trataba de llegar hasta su propiedad para comprobar los daños aunque se temía lo peor. «Me han llamado vecinos y ya me han avanzado que hay varios árboles tumbados y vallas destrozadas.
En la misma zona de Can Germà, otro vecino trataba de digerir los cuantiosos daños sufridos en su vivienda con un pino de más de 20 metros invadiendo la piscina tras deshacer la valla de su propiedad.
Vecinos aislados
Desde Corona llegaban noticias de laderas de pinos completamente arrasadas. Los primeros vehículos del dispositivo ratificaban las peores previsiones. Efectivos del Ibanat, de los Bomberos y de Xarxa Viària trabajaron a destajo durante toda la jornada. En torno a las 19.00 horas se reabría la carretera que conecta Sant Rafel con Santa Agnès. A última hora de ayer el acceso desde Sant Antoni continuaba limitado a los vecinos de la zona.
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