¿Por qué esta visión sociológica del suicidio?
—Porque no todos los suicidas son enfermos mentales. Si acaso, enfermos sociales. Están bien las prevenciones médicas, pero el 70 % de los suicidas no ha pasado nunca por la consulta de un psiquiatra. El motivo es que no se consideran a sí mismos enfermos. Ni lo son. Están sometidos a coacciones, exigencias y presiones sociales. La sociedad exige disciplinas que superan lo que algunas personas están dispuestas a cumplir, o no tienen una personalidad que les permita afrontarlas. No todo el mundo está dispuesto a acatar las coacciones sociales.
¿No se trataría de que estas personas tengan recursos suficientes para afrontar las presiones sociales?
—La sociedad siempre crea nuevas reglas, nuevas normas. En algunas personas, esta sucesión de reglas puede provocar angustia, estrés o malestar, pero no el suicidio. A otras, sin embargo, les parece un precio o una renuncia a su libertad que no pueden asumir. El suicidio es pluricausal, pero la mayoría de causas son sociales. Por tanto, no se puede estudiar únicamente como consecuencia de una enfermedad mental.
¿Cómo combatir el suicidio?
—No a través de más normas, sino con educación. Puede haber instrumentos médicos de prevención, pero en las aulas se premia demasiado la competitividad, ser el número uno. Después, en la vida social, se valora el tener más, el ganar más dinero. Deberíamos enseñar a niños y jóvenes que las expectativas sociales no deben cumplirse por coacción, sino por un convencimiento ético y moral. Por ejemplo, pagar impuestos es una obligación, pero no debe ser visto tanto como una exigencia a cumplir, sino como una manera de contribuir a una sociedad mejor.
Si hablamos de presiones sociales, ¿podría concretarlas?
—Los gobiernos, la economía, la familia, la religión... Todo ello te está diciendo que debes cumplir o no eres de los nuestros. Luego están las particularidades. En un pueblo pequeño, el control social por parte de los vecinos puede condicionar la vida de una persona. Los ermitaños o anacoretas no se suicidaban. El suicidio aparece cuando se pierde el contacto con la naturaleza y se empieza a vivir en comunidad. Por supuesto que la comunidad tiene sus ventajas, pero a veces sus reglas se convierten en un muro infranqueable.
¿Hubo más suicidios durante la crisis?
—No hubo un repunte significativo, pero hay que tener en cuenta que algunos supuestos accidentes de tráfico o de personas que han caído por un precipicio no han sido calificados como suicidios y tal vez lo fueron.
¿Es un mito eso de que en Menorca hay más suicidios?
—Sí, totalmente. Su tasa de suicidios es la más baja de Baleares. Se ha atribuido al viento de Tramuntana el falso hecho de que en Menorca hay más suicidios. La Tramuntana sopla igual en toda la isla y en la zona de Llevant hay más que en Ponent.
¿Cuál es el perfil del suicida en Baleares?
—Varón, casado y con una edad de entre 40 y 54 años. La mayor parte lo hace por ahorcamiento y en primavera-verano. Otro mito caído: el de que hay más suicidios en otoño e invierno, por eso del mal tiempo, los días grises y la melancolía. En Mallorca y Menorca, la proporción entre sexos es del 75 % de hombres. En las Pitiüses llega al 85 % de hombres.
¿Cuáles son los datos generales de Baleares?
—Menorca tiene una tasa de 7,64 suicidios por cada 100.000 habitantes; Mallorca, 7,89; y Pitiüses, 10,98. Mallorca y Menorca están por debajo de la media española, y ésta se encuentra por debajo de las medias europea y mundial. Por tanto, nuestros datos de suicidio son razonables, teniendo claro que nunca se erradicará. Entre 1999 y 2016, han muerto por suicidio 1.418 habitantes de Balears, 78 por año.
¿Por qué es tan alta la tasa de las Pitiüses?
—Diría que por la primavera-verano. Hay más horas de luz y más vida social, y ahí se reflejan más las presiones sociales. E Ibiza, pese a ser una isla pequeña, tiene una vida muy urbana en la que también afloran las mencionadas coacciones sociales. La vida más urbana es más competitiva y estresante, y por tanto hay más objetivos que cumplir. Por su parte, la religión ejerció una gran presión en el pasado, pero ahora es totalmente voluntaria.
¿Influyen las redes sociales, con su constante postureo?
—Por lo menos condicionan, sobre todo a los jóvenes. Como siempre, hay que hacer un buen uso, no un abuso. Se debe tener cuidado con sus influencias y con los modelos de éxito que proponen, como si no llegar a ellos fuera un fracaso.
La prensa no se hace eco de los suicidios.
—No hay ninguna base científica de que la publicación de suicidios en prensa incite a más casos o produzca un efecto contagio.
6 comentarios
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Baldomero, El Dato y Sergi. Lo habéis clavado. Por algo el estudio no dice, o al menos el periodista no pregunta, que proporción de estos varones están separados o en proceso de separación. Y es que el dato asustaría y no interesa.
... bueno, parece que el estudio aclara lo que ya sospechábamos, que la religión es perjudicial para la salud de la sociedad... punto para mí...
Baldomero y también El Dato... os felicito!, lo habéis clavado, nada más leerlo he visto de nuevo la realidad y me alegra saber que no soy el único, me habéis ahorrado redactar, gracias. Un saludo a todos los padres y a todos los separados, en general a todos los hombres, teniendo presente a los que acabaron en dicha situación por las causas expuestas en éste foro!
Efectivamente, el perfil es padre separado convertido en cajero automático, pagador de sueldos nescafé, que solo puede ver a sus hijos muy de tanto en tanto y que vive bajo la permanente amenaza de una denuncia por violencia machista.
En 2018 murieron en España 2700 hombres por suicidio. Y se estima (porque no se quiere investigar) que el 15/% (400) tenía fuerte depresión por estar separado y no poder ver a sus hijos. Estos datos no interesan a los de la ideología de género, perderían sus subvenciones. Así de frío y mezquino es el asunto!
Y el estar en riesgo constante de acabar viviendo en una dictadura comunista? Y el ver qué nuestra sociedad tiene los días contados? No supone esto un riesgo....aunque sólo sea por puro asco?