La psicóloga del Servei Universitari d'Atenció Psicològica (SUAP-UIB), Blanca Aguayo Siquier, explica que «en estos días tan extraños muchas personas recurren a la comida como un recurso para obtener una recompensa rápida e intentar así aliviar el malestar provocado por la situación de confinamiento. Algunas personas por puro aburrimiento y otras muchas por un aumento de los niveles de ansiedad. Vivimos una situación que genera incertidumbre (no saber cómo va a transcurrir) y podemos sentir una falta de control porque cambia nuestra rutina y vienen muchas preguntas a la mente que no tienen una respuesta totalmente clara y segura».
La psicóloga explica que «durante el confinamiento algunas personas pueden experimentar mayores niveles de ansiedad. Y al pasar más tiempo en casa tenemos más disponibilidad para ir a la nevera o a la despensa y picar entre horas o comer y comer durante más tiempo». Además, advierte que «probablemente elegiremos alimentos hipercalóricos que tenemos más asociados con el placer».
En este sentido advierte que «darse atracones puede parecer que alivia la ansiedad a corto plazo por la activación de los centros del placer en el cerebro. Pero no es una buena forma de regular las emociones, ya que puede aparecer arrepentimiento, culpa y la ansiedad así que vuelta a empezar. Esto se puede mantener en el tiempo provocando sobrepeso y problemas de salud».
Pautas para reducir la ansiedad por la comida
Sin embargo, reducir la ansiedad por la comida es posible siguiendo unas pautas. Aguayo señala que la primera es la lista de la compra. «Hay que tener claro qué vamos a comprar, intentando limitar los alimentos hipercalóricos, sobre todo los ultra procesados y excesivamente azucarados, fomentando la elección de alimentos naturales y variados. Por supuesto con flexibilidad. Eso significa permitirse algunos alimentos que nos gusten y sean más hipercalóricos, pero sin excesos. Si nos los restringimos todos, puede haber un efecto rebote y en la próxima compra excedernos».
Al llegar a casa son importantes los estímulos visuales. En este sentido, aconseja «tener bien guardados los productos más hipercalóricos, para no verlos fácilmente. Así como tener a la vista fruta y verdura para que nos llame más la atención». Además, insta a «restringir las cantidades para no empacharnos, llevar únicamente al comedor o al salón, lo que vayamos a comer. Eso significa que si voy a comer galletas, coger un par de galletas en lugar del paquete entero».
La psicóloga también recomienda «limitar la cantidad de comida que vemos también en las redes sociales pues podemos ver muchas recetas estos días por internet. Es aconsejable buscar recetas más saludables y seguir perfiles de chefs con opciones más ligeras. Y podemos intercambiar recetas saludables con nuestros conocidos para hacerlo más entretenido o ponernos creativos en la cocina. Las crisis fomentan la creatividad».
Aguayo destaca que también es importante «limitar el exceso a la información catastrofista, hay muchos bulos en las redes sociales». Por el contrario, insta a «fomentar el ocio, entretenernos con otras cosas, aumentando la práctica de hobbies. Podemos fijarnos en que cuando estamos más entretenidos los niveles de ansiedad se reducen. De hecho cuando aparece la 'ansia' por picar entre horas, es especialmente importante la distracción con algo que nos guste mucho o que nos entretenga lo suficiente, para olvidarnos de recurrir a la comida o al menos posponerlo para ver como esa 'falsa necesidad' de comer, desaparece o disminuye para auto controlarnos».
El ejercicio físico también es importante para reducir la ansiedad. En este sentido, propone «caminar rápido por casa, subir y bajar escalones o hacer alguna de las múltiples clases online que se ofrecen estos días. También podemos practicar relajaciones guiadas para relajarnos y soltar la ansiedad e incluso prevenir la subida de ansiedad y esas visitas a la despensa».
Otro consejo es «escribir todo lo que sentimos y pensamos en un papel para desahogar las emociones. Podemos hacer lo que esté en nuestra mano para reducir la amenaza y lo que no está en nuestra mano, dejar que siga su curso. Y otro gran recurso para reducir la ansiedad por la comida sin duda es centrarnos en el presente. Es natural pensar en el futuro pero es preferible no pasar mucho tiempo lejos del presente».
La psicóloga explica que «la práctica de mindfulness (atención plena o conciencia plena) también ayuda a poner nuestra atención en el presente, reduce la ansiedad y nos enseña a ser más pacientes. Un ejercicio de mindfulness que podemos hacer en casa es intentar comer sin la TV (aunque sea de vez en cuando) e intentar comer con máxima atención con los cinco sentidos. Observar lo que vamos a comer, ver qué colores tiene, olerlo, escuchar si hace algún ruido al masticar, sentir el tacto en la mano o en la boca, su temperatura y sus diferentes sabores. Muchas veces comemos como si llenáramos un saco sin prestar realmente atención a lo que comemos. Hay muchos audios por internet para la práctica guiada de la atención plena».
Por último, recomienda la amabilidad hacia uno mismo. «En situaciones difíciles es cuando más necesitamos ser amables con nosotros mismos. Si somos amables con los demás cuando sufren, por qué no ser amables y cariñosos con nosotros mismos», concluye.
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