Es usuario de la tercera fase del programa ambulatorio ‘Horabaixa'. Su adicción comenzó con el consumo de cannabis, pero poco a poco se convirtió en politoxicómano. «Empecé por diversión; luego pasó a ser una solución para mis decaídas; y al final tomaba las sustancias para compensarme o premiarme».
Despertar
Los usuarios de este programa hacen un trabajo de conducta, histórico (su historia de vida), emocional y, finalmente, de prevención de recaídas. Durante las dos primeras fases, Manuel solo consumía en sus sueños. Y esos sueños luego los compartía en sus terapias de grupo. «La mejor herramienta es contar lo que piensas o sientes a tu seguimiento (en este caso su mujer) y al grupo porque te ayudan», explica. Su terapeuta Susana Martínez, subdirectora del programa ‘Horabaixa', es parte del equipo de los profesionales que tratan a los 208 usuarios que hay en este servicio.
«No buscamos solo la desintoxicación de la persona, sino su inserción y que lleguen a manejar su vida», sostiene. Esto, añade, se consigue fortaleciendo la escala de valores para que en momento de crisis, como puede ser este confinamiento para muchos, «no recaigan».
En la comunidad terapéutica Ses Sitjoles, Damià Lladó, de 54 años, domina los fogones como nadie. Lleva en este centro seis meses. Entró «sin nada» por su problema con las drogas, el alcohol y su adicción a los juegos. Pasa el confinamiento con otros 16 usuarios – de un total de 33 personas – y viviendo la vida que antes no tenía. «Siempre pensaba en consumir, no afrontaba mis problemas y relacionaba mi trabajo con la cocaína», recuerda.
El programa Base, ubicado en esta finca, va dirigido a las personas adultas donde el consumo «les ha generado una destrucción, a nivel interno y externo, bastante severa», sostiene el director de Ses Sitjoles, Albert Timoner. Los usuarios mantienen una ruta muy estricta durante la semana. Trabajan, además, aspectos como los valores, los hábitos o la responsabilidad. Damià ha conseguido quererse y abrirse a su familia (su hija y sus padres). Valora la sencillez, es feliz y cree en sí mismo. «Me estoy superando. Ya no relaciono la cocina con la droga; ahora disfruto de mi oficio».
La adicción parte de un mal uso de la tecnología entre los jóvenes
El programa Ciber de Projecte Home Balears atiende, desde el año 2017, a jóvenes de hasta 25 años con problemas de adicciones cibernéticas. Según explica la directora de este servicio, Gisella López, «nos encontramos, por un lado, con un mal uso de la tecnología, y que el propio entorno del menor desconoce cómo prevenir o limitar el uso».
El perfil más común va desde los 16 a los 18 años. El tratamiento dura siete meses.
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