En los momentos de mayor tránsito de peatones por la calle, la gran mayoría se puso su mascarilla. | M. À. Cañellas

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La mayor parte de los ciudadanos asumieron este el uso de la mascarilla, el día en que comenzó a ser obligatorio para mayores de seis años, en caso de entrar en espacios cerrados o para circular por la calle si no se pueden respetar los dos metros de distancia social.

Las calles de Palma fueron un buen testimonio pues se apreciaron más usuarios que en días anteriores. Los cuerpos de seguridad ejercieron una labor recordatoria para la población pues la instrucción es no multar a nadie si no se resiste a su uso cuando se le haga una advertencia.

Los comercios por su parte, recordaron a los clientes, en muchos casos con cartelería, que su uso es imprescindible en los establecimientos y aunque hacer deporte o para tomar alimentos se considera una excepción, también se vieron personas con mascarilla en las terrazas de los bares o sobre una bicicleta. El problema para muchas familias radica en la inversión que supone utilizar un nuevo producto de consumo masivo y desechable.

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Piden su gratuidad

El Partido Popular, de hecho, recordó que ya solicitó en una Proposición No de Ley del pasado 1 de mayo, que mientras dure la pandemia, las mascarillas sean consideradas como un medicamento financiado más. Así, el grupo parlamentario pide que se contemple la gratuidad para pensionistas, parados y receptores de una renta de integración social y que, además, su reparto se haga con la receta electrónica para retirar en las oficinas de farmacia.

El portavoz del PP en el Parlament, Biel Company, el resto de los ciudadanos abonen el mismo porcentaje que en la compra de medicamentos.