Vanesa García es optimista en su búsqueda de empleo. | M. À. Cañellas

TW
8

Vanesa García tenía apalabrado un puesto de trabajo como ayudante de cocina en un hotel de Can Pastilla que inició la temporada en febrero. Sin embargo, a mediados de marzo, con el decreto del estado de alarma, tuvieron que cerrar. De esta manera se truncaba toda la temporada para Vanesa, que en poco tiempo tuvo que acudir a las entidades sociales a pedir ayuda para comer o pagar las facturas mensuales.

Ahora está en trámites de solicitud de la renta social garantizada y no descarta compaginarla con el ingreso mínimo vital que aprueba hoy el Consejo de Ministros. «Tenemos que saber si entro en los parámetros que establecen. No tengo niños a mi cargo y entiendo que familias con hijos lo puedan necesitar más y tampoco estoy en un ERTE», explica. Y es que poco se conoce de esta nueva ayuda que nace para ayudar a subsistir a las miles de personas a quien de golpe les ha sobrevenido la pobreza. A Vanesa le quedan seis meses de paro pero apenas percibe 260 euros y paga 550 de alquiler. Los números no cuadran.

Creu Roja Mallorca le ayuda con las facturas, intermedió con la empresa que le suministra electricidad y le dio una primera ayuda para comprar comida. Además, «sobrevivo gracias a la gente», reconoce. «Tengo a una familia, que no es la mía de sangre, pero que me ofrece mucha ayuda. Amigas que me compran comida o me dan dinero para comprar de comer», añade. Sus padres viven en Palma pero hace años que no mantienen el contacto.

Noticias relacionadas

La vida de Vanesa, con apenas 40 años, no ha sido fácil. Hace mucho tiempo vivió en la calle y consiguió salir. «Dormía en bancos, buscaba comida en los cubos de basura… Y ahora me veo en la misma situación. Necesito ayuda», advierte.

Es consciente de que su solución pasa por tener una nómina por eso confiesa que está en búsqueda activa de trabajo. «Soy una persona bastante positiva y tengo la esperanza de poder encontrarlo», añade.

Sería la solución para seguir pagando un alquiler a las puertas de un desahucio. «Entiendo perfectamente que el propietario de mi piso me pida que me vaya pero me gustaría que se pusiera en mi piel, llevo dos años y medio aquí y no he fallado nunca», explica. Se mantiene en contacto con el hotel. «Leo en los periodicos que la temporada se anima, que TUI quiere enviar aviones, pero no saben nasda así que sigo enviando curriculums porque sin un trabajo, no se sale».

La trabajadora social le ofreció un ingreso de 130 euros que tendrá que justificar en compras de alimentos y productos de higiene básicos. También le gestiona la renta social y le consultará el ingreso mínimo vital. «Me muevo todo lo que puedo», insisiste y es que «el no, siempre lo tienes, ir a por el sí es mi medio de vida».