Elena Potanima, en el Born, transformada en Audrey Hepburn. | P. Pellicer

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Con un vaso de café en una mano y un croissant en la otra, una jovencísima Audrey Hepburn, escondida tras unas gafas negras y embutida en un elegante vestido del mismo color complementado con un collar de perlas, mira con envidia el escaparate de una tienda de lujo.

Pero ni estamos en la Quinta Avenida de Nueva York ni la tienda es Tiffany’s ni la joven que mira con delectación el escaparate es la famosa actriz. Estamos en el Born una mañana de domingo de confinamiento y el trasunto de Audrey Hepburn es Elena Potanima, una joven rusa que vive en Mallorca desde hace años y que ayer ayudaba a su amiga lituana Anna Adriana, también residente en Mallorca, a recrear en el centro de Palma la escena más famosa de la película ‘Desayuno con Diamantes’.

Anna estudia fotografía y uno de los proyectos que le han encargado es hacer una revisión de una película. Ha elegido la obra de Blake Edwards y por eso están en el Born, dando un haz de alegría y de brillo diamantino a una ciudad que aún se nota triste y confinada.

Se vuelve gente a observar tan insólita escena, ahora que por el Born ya no pasean turistas. El centro de Palma no es lo que era los domingos, jornada de llegada de cruceros, de apertura de comercios y de transformación de la zona.

Lo sabe bien Evelio Montiel, que trabaja en uno de los restaurantes del paseo. Mientras riega las hortensias, cuenta que su clientela post COVID sigue siendo mayoritariamente de ciudadanos extranjeros que residen en Palma. Ha estado de ERTE y hace pocos días que trabaja de nuevo, pero ya se prepara para vivir un verano diferente al de otros años, sin cruceros y con muchos menos turistas.

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Los comercios están abiertos en este insólito domingo en el que Audrey Hepburn ha elegido Palma para darse un paseo. Hay colas para acceder a las grandes comercios del Born, cerrados a cal y canto hasta la pasada semana.

De uno de ellos salen la mallorquina Ainhoa Gil y su amiga argentina Julieta Tesone. Tenían la intención de ir a la playa, Ainhoa en patines y Julieta en bici, pero han parado antes para ver si había algo de su gusto y han salido con una camisa: 20 euros. Comerán un bocadillo en la playa para ahorrar. Ambas trabajan en un bar del centro de Palma, y también han estado de ERTE. Ahora que han vuelto a trabajar se quejan un poco. «La gente no ha aprendido nada estos meses: ni respetan las distancias ni llevan mascarillas ni nada». La terraza se llenó los primeros días, pero después bajó mucho la asistencia. Creen que la gente será más prudente a la hora de gastar.

Ainhoa Gil y Julieta Tesone, de compras antes de ir a la playa

Raquel y Hakima salen con una bolsa de otro gran comercio de la plaza Joan Carles I. No se han podido probar la ropa, así que se la llevan a casa para comprobar allí si les va bien. Si no, la devolverán a la tienda, donde deberá ser desinfectada. Aunque es domingo, un día poco habitual para ir de compras, se han acercado hasta allí atraídas por rebajas de hasta el 70 por ciento en algunos artículos. Está claro que la gente tiene ganas de comprar, algo que no ha podido hacer durante estos meses, y solo esas ansias explican que aguanten una disciplinada cola para entrar en otro de los grandes emporios comerciales de la zona.

Las grandes tiendas del Born están abiertas, pero los pequeños comercios de la zona están cerrados. A las 12.00 del mediodía, los pocos transeúntes que pasean por la calle Sant Nicolau se dirigen a misa, entre ellos el exconcejal del PP Fernando Gilet, su esposa Rachel Maia y sus hijos Valentina, Sophia, Carolina y Fernando. El confinamiento se complica en una familia numerosa, pero aseguran que se han organizado bastante bien y apenas ha habido roces. Eduardo Armesto les pone un poco de gel en las manos y les invita a pasar. Está de voluntario en la iglesia y ayuda en las labores de desinfección.

El exconcejal d’Esports del Ajuntament de Palma, Fernando Gilet, con toda su familia, antes de entrar a misa

Ajena a las campanas que tocan a misa, nuestra Audrey Hepburn rusa seguramente sigue en el Born, desayunando café y croissant y mirando embelesada el escaparate de diamantes.