En el furor investigador, cada día generamos incontables estudios: ese mar de conocimiento primario, fragmentario, está siendo recuperado y agrupado por el Centro para la Medicina basada en Evidencias, un departamento de la Universidad de Oxford, del que Tom Jefferson es uno de sus responsables. Jefferson y su equipo recopilan lo que se publica, lo analizan, lo cruzan, lo ponen en contexto y a partir de ahí se hacen preguntas, elaboran teorías que intentan responderlas y, al menos, nos presentan dudas razonables. O, lo que es lo mismo, nos explican qué es lo que no sabemos. Cada paso que damos en la investigación, acotamos el campo, pero tenemos más confusión.
Los datos más desconcertantes actualmente provienen de tres estudios, uno de Barcelona, uno de Italia (Milán, Turín y Bolonia) y otro de Brasil. Estos trabajos analizaron las aguas residuales de estas ciudades y encontraron algo desconcertante: en los dos últimos casos el virus ya estaba presente en diciembre de 2019, y en el caso del estudio de Juan Lema, de la Universidad de Santiago, en las aguas fecales de Barcelona, en marzo de 2019.
A expensas de que todos estos datos se confirmen, esto alimenta la teoría –o sea, la construcción de escenarios hipotéticos– de que el coronavirus podría haber estado ampliamente extendido por Europa, y tal vez por Sudamérica, cuando en 2020 se activa. En esa oscuridad, Jefferson se pregunta si esa activación pudo haber sido provocada por un cambio ambiental o por alguna circunstancia que desconocemos totalmente.
En otras palabras: ignoramos aspectos fundamentales del virus, lo que nos sitúa ante un escenario oscuro, en el que no sabemos cómo movernos.
Existe una segunda cuestión que genera más preguntas que respuestas: la alta, desproporcionada, brutal incidencia del virus en las fábricas procesadoras de carne. Ha habido infecciones masivas en factorías de Estados Unidos, Alemania, España, Francia y algún otro país. Igualmente, en esta línea, hay un caso extraño que podría conducir a la carne procesada: en las Malvinas, antes de que se expandiera el virus, un grupo de personas fue testada y todos dieron negativo; se marcharon en un barco y, una vez a bordo, donde se les sirvió carne que había estado congelada, hubo un caso y después se extendió a varios otros viajeros, sin que hubiera contacto alguno con otra gente. Para Jefferson, aquí hay coincidencias sospechosas que pueden llevarnos a algo relacionado con la carne o con los congelados.
En otra universidad británica, los estudios han llevado a concluir que no hay un virus único sino seis tipos diferentes. Según cuál nos ataque, el peligro de muerte puede no existir o, por el contrario, ser abrumador. Sería como algunos cánceres, que presentan diversos niveles de agresividad.
Entre las cosas que Jefferson dice que ya hemos aclarado está que lavarse las manos con agua y jabón, con una frecuencia elevada, frena la expansión del virus. Sin embargo, añade que no hay evidencias sobre las mascarillas. Lo cual no significa que su uso sea negativo sino que, en el peor de los casos, podría ser inocuo.
Jefferson se queja amargamente de que todo lo que rodea al virus se ha politizado en exceso. Se refiere a que en ciencia hay que investigar sin apriorismos, con la mente abierta, y esto está hoy ‘minado' de intereses. (China, sin ir más lejos, ha difundido las afirmaciones de Jefferson con toda su maquinaria mediática, dado que minimiza su hipotética responsabilidad en todo esto).
Por supuesto, los investigadores trabajan sin descanso pero, como sucedió con otros virus en la historia, creen que no sabremos toda la verdad hasta dentro de unos años. Por el momento, estamos intentando saber qué es lo que no sabemos.
3 comentarios
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Nadie ha investigado las cagadas de pájaros locales y migratorios. Podría salir algo de un estudio así.
Los científicos tienen claro que los virus siempre han estado en todas partes. No hay virus nuevos, pero sí ataques nuevos y mutaciones. Y son agresivos porque son simples cadenas de ADN, lo que implica que tienen la llave de entrada en nuestros organismos. El problema no es que esten en todas partes (siempre han estado ahí) sino cómo han llegado hasta atacarnos. Y ahí la higiene es esencial. Tanto como el hervir o cocinar bien los alimentos. China, donde la higiene no existe, y además les da por comerse pangolines y armadillos o sesos de mono crudos, es la gran propagadora de los virus y bacterias que siempre han estado ahí. China es culpable de éste desastre y de la mala vida que llevamos ahora. Nos están hundiendo. Es hora de pedir responsabilidades..Menos ir a Marte y más educar a su pueblo.
Fantástico artículo y a la vez perturbador...