La otra pandemia, que afecta en torno al 25 % de la población española, de los cuales un 11 % lo son a algún tipo de alimento, ha llevado a estas tres mallorquinas a cambiar sus vidas por completo

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Todo comenzó con un Ferrero Rocher. Eva Pellicer, de 41 años, cuenta la historia – ahora anecdótica – de cómo su vida cambió por completo tras el primer mordisco. Fue hace cuatro años. De repente se empezó a ahogar. La culpa la tuvo la avellana. «Me dijeron que no tomara este fruto seco, que era muy alérgica. Me acuerdo que llegué al hospital ese día sin poder respirar y con los ojos hinchados». Con los años, lo que en principio fue un fruto seco pasó a ser un diagnóstico de alergia a las LTPs, que son proteinas vegetales y que engloba diversos tipos de frutas, hortalizas, cereales, frutos secos y semillas.

Esta mujer, madre y trabajadora del Hospital Son Espases, solo es una de las miles de personas que dependen de sus alergias. Como Eva, las siguientes entrevistadas explican lo difícil que es convivir con reacciones a todo tipo de cosas y de cómo se pierde el control cuando se sale de la zona de confort. Hablan claro de lo que siente cada vez que socializan: «No hay empatización por parte de la sociedad. Tampoco facilidades en la hostelería».

Primeras veces

Marta Albillo es una niña de nueve años que sufre diferentes alergias alimentarias. Su madre, Laura Expósito, habla en boca de su hija. Ella es una madre coraje que ha abarcado prácticamente su vida para cuidar de Marta casi las 24 horas. Vigila lo que come, lo que no y cómo su cuerpo reacciona a los alimentos. Cada cuidado es clave para la niña.
«Cuando tenía pocos meses de vida ya le diagnosticaron la alergia a la proteína de la leche; más tarde al huevo, y, con los años, tiene a las carnes de mamífero, al sésamo y a los frutos secos. Todas sus alergias por ingesta, por contacto y por inhalación». Laura añade que su hija padece esofagitis eosinofílica, una enfermedad enlazada con la alergia alimentaria que puede provocar daños en el esófago y hasta problemas para tragar. «Su dieta está muy controlada. Marta es una niña que puede hacer una vida normal. El problema aparece cuando sale de su zona. Ahí es cuando yo y ella perdemos el control».

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A Eva Pellicer le entran inseguridades cada vez que acude a un restaurante. «Mi día a día supone el tener cuidado con lo que como. Y, por otra parte, por no dar explicaciones en los restaurantes, se me quitan las ganas de ir. Los planes con amigos, como cenas en casas, consisten en que yo traigo mi comida aparte. Pero en general, he tenido la suerte que todo esto no me ha supuesto un esfuerzo mental. No me da envidia si te comes una pizza y yo no. Porque lo he pasado tan mal con la barriga, que ahora, con esta dieta, me siento bien».

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Según los datos facilitados por la Asociación Española de Personas con Alergia a Alimentos y Látex (AEPNAA), hay más de 160 alimentos identificados como causantes de alergias. Se calcula que entre el 20 y 25 % de la población es diagnosticada con algún tipo de alergia. De éstos, un 11 % son alimentarias.

Si bien los expertos afirman que las personas con alergias aumentarán con los años, «el diagnóstico molecular va a ayudar mucho a trazar un perfil individual y el tratamiento ‘a medida'. Se está trabajando mucho en el campo del microbioma con técnicas de diagnóstico que puedan ayudar a curar, si fuera posible, una patología en un futuro o, en todo caso, a minimizar sus riesgos», explica la delegada de AEPNAA en Balears, Mónica Díaz.

El frío

Un ejemplo que demuestra que la ciencia avanza lo sabe de primera mano Paula Sabater, de 16 años. Le diagnosticaron alergia urticaria por frío o urticaria afrigore, que es la aparición de picor, habones y hasta hinchazón con la exposición a temperaturas frías o agua fría. Paula se dio cuenta de que algo en su piel no funcionaba bien cuando, un día, se sentó en la grada del patio del colegio «y se me empezó a hinchar el culo. Pensé que podría ser por el frío porque también me pasó en las orejas y en las manos», narra Paula. La siguiente reacción la tuvo al cabo de unos meses comiendo un helado. Y los médicos le diagnosticaron esta alergia. Comenzó tomando antihistamínico pero desde hace ocho meses está tratando su problema con un equipo puntero de Son Llàzter. Son inyecciones mensuales con las que, al parecer, ya ha notado el pequeño gran paso: nadar este verano en su piscina sin ninguna reacción.

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La peor época para gente que padece una alergia como la de Paula empieza con los meses fríos. «Los inviernos son complicados. No es agradable salir y que se te hinche todo. Si estoy unos minutos esperando el bus en la parada los pies se me hinchan. Tengo que tapar todas las partes de mi cuerpo». Pero es que en verano, la pesadilla continúa: «Si voy a la playa no puedo nadar. No puedo comer nada frío y ni siquiera entrar en centros comerciales o al cine por el aire acondicionado». Con todo esto, expresa, «he dejado de hacer cosas, como el pádel, por la alergia. Llegué a un punto en que ya no me apetecía salir de casa».

Las alergias condicionan la vida de la persona. Y muchos pacientes creen que todavía falta sensibilización social y más investigación. De hecho, la AEPNAA ha reivindicado en varias ocasiones que el digestivo, nutricionista y alergólogo «vayan de la mano» durante el tratamiento.

El cambio climático y los factores genéticos, clave para el incremento de alergias

El doctor Alberto Oehling es especialista en alergología de la Clínica Rotger. Analiza el motivo del aumento de las alergias, cada vez más presentes en nuestro día a día, y señala que no solo los factores genéticos

«En estos momentos, no solo hay factores genéticos sino también medioambientales que juegan un papel fundamental en el incremento de las alergias». Observa además que las partículas de Diesel, por ejemplo, tienen un efecto «bastante directo sobre la agresividad de las alergias en casos como el polen. Y esto ha demostrado que las plantas en ciudades son más agresivas para estos pacientes que las que se encuentran en el campo». Sobre la previsión actual y futura en cuanto a este incremento de alérgicos, el doctor Oehling estima que el 25 % de la población está afectada por alguna alergia, «un hecho que se produce, en especial, en los países desarrollados». De cara al futuro, los expertos prevén que el 50 % de los ciudadanos de países industriales presentarán alergias.

«Evidentemente, hay muchos factores mediambientales exteriores (e interiores) que están influyendo a que tengamos mayor contacto con este problema». Añade además la evolución de los alimentos y su manipulación, otro punto que ha favorecido este aumento.