Por fortuna para él, todo le iba bien, lo cual no era ni por suerte ni por casualidad, sino por hacer bien su trabajo, basado en el principio «el cliente es lo primero y con Turquesa Catering no tendrá que preocuparse por su celebración, solo disfrutarla junto a sus invitados», que dejaba satisfechos a quienes solicitaran sus servicios. Pero, de pronto, llegó el coronavirus y todo cambió. Y cambió en el sentido de que el virus trajo el confinamiento, la desescalada, cierre de fronteras, nuevas olas, nuevos cierres de negocios totales o parciales, reuniones sociales vetadas para evitar contagios… Y como la peor parte de todo esto se la llevaron restauración, hostelería, viajes, espectáculos, ocio nocturno… Él es uno de los afectados.
De 70 eventos a ninguno
Hablamos con Saúl la otra mañana. Pedimos un cortado en una bar de la plaza de España, y nos sentamos en unos de los bancos de piedra que hay en la zona próxima a la calle Sant Miquel. Y es que hasta que reabran las terrazas, si te tomas algo en la calle, lo pides en el bar o en el restaurante que tengas más a mano y, o te lo tomas de pie o mientras vas caminando, o te sientas donde puedes.
«Entre una cosa y otra llevo diez meses sin poder hacer nada. Parado» –nos dice una vez que hemos tomado posesión de nuestro banco de piedra–. ¿Consecuencias…? «De 60 bodas que tenía previstas, solo he podido hacer el 5%. Y de 70 eventos diversos, ninguno. Cero. Y a ello añadamos que, como consecuencia de lo que está pasando, de las 17 personas que trabajan conmigo, mantengo solo a nueve, habiendo pasado el resto a fijos discontinuos. Luego están otras cien personas con las que, de forma eventual, y en condiciones normales, también cuento. Porque si el evento era de mucho volumen, tenía que echar mano de refuerzos, como proveedores, DJ's., agencias de viajes, artistas, fotógrafos… Porque –nos aclara– mi empresa no solo sirve comidas y cenas. Organiza también eventos, ofreciendo paquetes completos. Es decir, en una boda, por ejemplo, si al cliente le interesa, no solo le ofrecemos el banquete, sino que le buscamos el lugar dónde hacerlo, le proporcionamos el o los fotógrafos, el Dj para que amenice la fiesta que seguirá a la cena o al almuerzo, le organizamos también el viaje de novios, y a la novia le conseguimos el ramo de flores que más le guste y la decoración que considere más adecuada. Es decir, que precisamos de mucha gente, de proveedores sobre todo, que ahora, con la pandemia, al estar suspendido prácticamente todo, entre ellos los eventos, no los llamamos… Y mientras a esto no se le ponga fin, vamos a seguir así. ¿Cuánto…? Pues no lo sabemos. Y le diré una cosas más. Nosotros estamos en peor situación que los restauradores. Ellos, al menos, pueden servir una café o una comida para llevar. Nosotros, ni eso. Nada».
Por tierra y por mar
¿Que cómo se puede resolver esta situación?, le preguntamos. «Pues, por una parte, manteniendo las mascarillas, el lavado de manos y las distancias. Pero todos... Quiero decir que esto lleva incluido no hacer fiestas privadas, ni botellones. Salvemos la temporada, pero para ello salvemos antes la salud. Por otra parte, y en esto sí que tendrían que ponerse fuertes los gobiernos, hay que evitar que el virus entre en las comunidades. Y eso, nosotros, los de las Islas, lo tenemos más fácil que los de la Península. Pues si allí puede llegar el contagio por aire, mar y tierra, a nosotros solo por mar y aire, para ello hemos de controlar de forma rigurosa, con un carné, PCR… ¡Como sea!, la entrada de viajeros, no como ahora, que te mandan hacer una PCR para viajar y luego no la miran».
Saúl va aun más lejos en esto de los controles. «Yo, si gobernara, es un decir, claro, habría mandado a Australia y a Nueva Zelanda a expertos para que preguntaran cómo han conseguido erradicar la COVID-19. Porque si ellos lo han logrado, nosotros, haciendo lo mismo que han hecho ellos, lo conseguiremos también. ¿Vacunas…? Pues están dando buen resultado, ¿no? Lo que pasa es que aquí, en Balears, no se vacuna al mismo ritmo que en otras comunidades. Es más, ahora no hay vacunas. Y mientras se sigue vacunando en el resto del país, nos han dicho que las nuestras llegan en marzo. Mientras tanto, seguiremos aguantando, cosa que muchos ya no pueden hacer. Ni siquiera con los ICO, que bastante invertimos en pagar impuestos, bancos, luz, agua, Seguridad Social… Porque ingresos no tendremos, pero seguimos pagando lo que pagamos siempre. Como si no existiera la pandemia».
Por último, Saúl comenta algo que hay que tener también en cuenta: que todos los gobiernos, sobre todo los de los países emisores de turismo, van a intentar por todos los medios que sus ciudadanos hagan turismo en el propio país, y es lógico que piensen eso. Y entre esos gobiernos está también el nuestro.
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