Concentración de cruceros en el puerto de Palma, el pasado mes de octubre. | Gabriel Alomar

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La reunión COP 22 (21 países de la ribera mediterránea más la UE), que tiene lugar estos días en Turquía en el marco del Plan de Acción para el Mediterráneo de Naciones Unidas, ha fijado para el 1 de enero de 2025 el control y la reducción de los óxidos de azufre emitidos por el transporte marítimo en el Mare Nostrum, con una única excepción: la zona de espera para acceder al canal de Suez.

En la reunión COP 22 está presente como observador el Cercle Mallorquí de Negocis (CMN), aunque a partir de ahora tendrá voz y voto en este encuentro internacional. El presidente del CMN, Bartomeu Rosselló, explica que «las navieras ya se están preparando para adaptarse a la nueva norma. Saben que habrá regulaciones y deberán afrontar cambios tecnológicos tanto en el uso de combustibles de bajo índice de emisiones como en las propulsiones, además de en las tramitaciones administrativas para la navegación. Estas medidas afectarán a todo tipo de embarcaciones, aunque, evidentemente, las que más contribuyen a las emisiones del transporte marítimo son los grandes mercantes y los megacruceros».

Sobre la tecnología para el nuevo escenario, Rosselló señala que «avanzamos hacia un futuro en el que las embarcaciones de ocio, más pequeñas, recurrirán a la acumulación eléctrica mediante baterías, mientras que las grandes barcos pueden optar por un sistema mixto de hidrógeno y combustibles fósiles, siempre que sus emisiones queden por debajo de un determinado nivel. Sin embargo, el uso exclusivo de hidrógeno o de la electricidad es perfectamente viable en un plazo más largo. Se trata de evolucionar como lo han hecho los vehículos terrestres. Hay que tener en cuenta el siguiente dato: 18 grandes mercantes contaminan como el 60 % de todos los vehículos terrestres del mundo».

El presidente del CMN indica que «el sector marítimo es el responsable de la mayor parte de las emisiones en Balears, no sólo por la actividad en los puertos, sino por el tráfico internacional en torno a las Islas. Durante la pandemia, hemos comprobado cómo, pese a la reducción de la actividad económica en general, las emisiones en Balears se mantenían, y ello se debe al transporte marítimo internacional. Las emisiones sólo se redujeron apreciablemente cuando se produjo la paralización del canal de Suez, el pasado marzo».

Para Rosselló, «estos cambios en el transporte marítimo deben aprovecharse para diversificar nuestro modelo productivo. Ser islas nos ofrece un abanico de oportunidades en la formación y cualificación laboral en los retos tecnológicos derivados de los procesos de descarbonización y en ingeniería naval. Y aquí puede intervenir el proyecto Alcúdia Tech Mar para la creación de un centro de referencia que acogería una subsede del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente y un centro universitario embrionario de la Facultad de Ingeniería Náutica».

El apunte

El Cercle Mallorquí de Negocis, contra las prospecciones

Bartomeu Rosselló destaca el papel del Cercle Mallorquí de Negocis en la COP 22, donde ha contado con Arcadio Barbas, Ramon Ferré y Marga Bisbal como representantes. Rosselló recuerda que «en la reunión preparatoria de la COP 22, el lobby de compañías petroleras y gasistas presentó una moción para continuar con sus prospecciones, cuestionando sus efectos ambientales. Una intervención de Ferré reforzó la oposición de la UE a las intenciones de estas compañías, lo que permitió no tirar por tierra la lucha de Balears contra estos proyectos».