El menorquín Toni Vidal y Lis Figueras, en el interior del edificio en construcción con vistas al mar. | Carme Escales

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Pensar en común por el bien global es un gran atajo a la sostenibilidad. Y en Barcelona, ocho familias lo están demostrando. Fruto de la piña que empezaron a hacer organizándose en un grupo de crianza entre madres del barrio de la Barceloneta, han acabado fundando una cooperativa –La Xarxaire– que hoy está haciendo posible la construcción de los ocho hogares en los que vivirán, sobre un solar municipal. En la terraza, con vegetación y un pequeño huerto, habrá una lavandería compartida. Y en la planta baja, a pie de calle, un gran espacio de uso comunitario prevé mesas de trabajo, una pequeña cocina para prepararse un tentempié y vistas y acceso a la calle. El objetivo es abrirse al barrio, como lo ha hecho siempre el vecindario que saca sus sillas al portal.

Mujeres al frente

La construcción de este edificio de viviendas de protección oficial, plurifamiliar en régimen de cesión de uso de cohabitaje por 75 años prorrogables a 15, es la consecuencia de todo lo que es la cooperativa La Xarxaire. «Antes de poner el primer tocho, ya éramos una realidad como grupo», afirma Lis Figueras, arquitecta al frente del proyecto, junto a su pareja, el menorquín Toni Vidal. Ella nació en Vila-rodona, en la comarca tarraconense del Alt Camp, en 1976. Él nació en Maó en 1978. Los dos estudiaron Arquitectura en Barcelona, pero se conocieron después. Coincidieron en el proyecto de rehabilitación de un palacio burgués de 1805, hoy el Centre d'Art Ca n'Oliver de Maó. «Con la ecotasa, el ayuntamiento lo compró para así preservar su patrimonio y los bienes decorativos del antiguo palacio», explican los arquitectos que, haciendo equipo con arquitectos locales, en 2008 se ocuparon en ello.

A raíz de aquella intervención, Toni y Lis fundaron su despacho, La Mar d'Arquitectes. Con un pie en Menorca y el otro en Barcelona, se identifican mucho con ese mar Mediterráneo que cruzan constantemente. La tesis doctoral de Toni versó sobre el ‘Atles del Port de Maó' y la pareja ganó el concurso para la ordenación de la zona de Cala Figuera, en el puerto de Maó. Por algo también su barrio elegido en Barcelona para vivir fue, en 2007, la Barceloneta, donde Lis y otras madres empezaron a crear su particular ‘tribu'.

Acto de colocación de la primera piedra.

Al inicio de la cooperativa eran solo tres familias pero en pocas semanas se alcanzaron las ocho. «La bautizamos con el nombre de La Xarxaire, porque éramos todo mujeres en aquel embrión del grupo de crianza. Hoy en el consejo rector de la cooperativa aún somos mayoría», destaca Lis. Xarxaire, nombre marinero, recuerda las mujeres que tejían y reformaban las redes de pesca en la Barceloneta.
Hoy son 8 familias y 15 socios que se rigen por estatutos que lo regulan todo. «El tema es no especular», precisa Toni Vidal. Son una cooperativa artesana, que se autogestiona y vincula con relaciones de solidaridad. «Las tareas se reparten entre las socias. Solo la gestión fiscal, el plan económico está externalizado», detallan.

Toni y Lis cumplen un triple rol: «Somos vecinos y socios de La Xarxaire, representamos a la propiedad como obra y somos los técnicos que desarrollamos el proyecto constructivo», puntualizan. Y lo hacen utilizando materiales sostenibles, como la madera y el tocho, haciendo así bandera de materiales de toda la vida.