Miquel Vadell posa antes de la entrevista. | Pere Bota

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Miquel Vadell (Palma, 1968) conoce tan bien la normativa urbanística de Mallorca, que allí donde una persona contempla un pinar o un campo de almendros él ve un polígono industrial o viviendas. «Es la visión del sufridor», ironiza, la que después de estudiar tantas horas la legislación le permite imaginar el futuro que le espera a un terreno concreto de cualquier parte de la isla. El director insular de Territori i Paisatge desde 2015 asegura que «en la medida de lo posible aprovecha oportunidades», como la reciente tercera modificación del Pla Territorial Insular (PTI), para proteger el territorio.

¿Cuál es la filosofía de la modificación que ahora está en exposición pública?

— Supone una limpieza de todo lo que había pasado desde 2004 (cuando se aprobó el PTI) y un cierre de ciclo. El plan empezó bien, pero acabó un poco mal porque se introdujeron las Áreas de Reconversión Territorial (ART) que fueron un proceso expansivo y especulativo. Vino la legislatura con Maria Lluïsa Dubon y se resolvió el problema de Es Guix (Escorca), que se podía urbanizar, y con la segunda modificación del documento quitamos las ART, pero todavía quedaba mucho. Hasta ahora se habían atacado urbanizables, pero con el decreto 9/2020 del Govern se ha actuado en suelo urbano. Hemos intentado eliminar crecimientos innecesarios e incorporar dentro de lo posible medidas de cambio climático y de paisaje.

¿Qué destacaría de la actualización del plan?

— Precisamente la introducción del concepto de paisaje, siguiendo lo aprobado en la Estrategia de paisaje de Mallorca, que exigía incluir en el plan el convenio europeo que regula esta materia. Ahora le damos un rango legal para intervenir y poder aprobar en el pleno unas directrices paisajísticas. También definiremos un catálogo que detalle los paisajes que tenemos en la isla. No puede ser que, si tienes un perfil urbano caracterizado por la silueta de molinos, se permitan construir nuevos edificios a la misma altura. Para preservar esta imagen necesitamos crear el catálogo.

¿Someter los instrumentos urbanísticos a criterios paisajísticos puede suponer un problema?

— Nos dicen que el paisaje es subjetivo, eso está claro, porque no existe si no hay un observador. Pero las decisiones que se tomen sobre el paisaje se harán después de un proceso de participación ciudadana que haremos, porque es la población quien debe decir qué concepción tiene del paisaje de la isla.

¿Se puede repetir una multa millonaria como la de Muleta II?

— Es un caso muy específico y excepcional. Después de ser desclasificado por el segundo Pacte fue el único terreno del cual el siguiente Govern (de José Ramón Bauzá) dudó y dijo que era urbano, e inició una tramitación específica. A partir de aquí, toda la argumentación jurídica presentada delante de los juzgados era muy débil. Si la misma administración lo desclasificó porque consideraba que se podía hacer y luego volvió a decir que era urbano los jueces lo tenían fácil para pedir una indemnización. El Govern de ahora ha dicho que recurrirá porque realmente, si vas allí, se ve que no es un suelo urbano porque faltan infraestructuras. Fue un peritaje poco afortunado.

La modificación veta que se puedan hacer chalets aislados en suelo urbano ¿Qué supondrá?

— Ahora se apostaba por un modelo de territorio de viviendas grandes, y hasta que no se revisen las Directrices de Ordenación Territorial (DOT) no podemos cambiarlo. Pero es insostenible seguir creciendo en base a modelos urbanísticos formados por unifamiliares, como en el caso de Marratxí. Como mínimo debemos ir hacía la tipología tradicional, la estructura de pueblo mediterráneo de casas pegadas con un corral detrás. Lo de Marratxí nunca ha sido un modelo de Mallorca. ¿La gente tiene derecho a vivir en un unifamiliar? Sí, pero el suelo vacante es básicamente para unifamiliar. Hay suficiente suelo clasificado para unifamiliares como para crecer.

El PTI establece 1,6 millones de personas como capacidad máxima de carga en la isla en un mismo momento ¿Es suficiente?

— Nuestra línea política ha sido de contención, pero es irreal hablar de decrecimiento cuando la realidad es que la población aumenta. Puedes tener grandes discursos teóricos, pero cuando haces un planteamiento debes de ser responsable y analizar las tendencias demográficas. Por mucho que digamos que no vendrá nadie más a Mallorca hay que dar cierta respuesta. Es cierto que podemos tomar medidas para contener la presión. Cuando hicimos el cálculo de presión turística en el PIAT no habíamos llegado a los 1,4 millones de personas en pleno agosto, el pico máximo. Consideramos que en los próximos diez años no debemos sobrepasar los 1,6 millones establecidos en el plan. Si lo hacemos, quiere decir que las políticas de contención que pretenden apaciguar la tendencia no son suficientes y habrá que replantear el PTI. Pero hay que recordar que el incremento poblacional no ha sido por un aumento de plazas turísticas, ha sido por las residenciales. Crecemos a una media de 23.500 personas cada año. No deberíamos seguir creciendo a ese nivel.

Si el plan pretenden proteger el territorio, ¿por qué no se actúa en suelo rústico?

— Con una modificación que nos exigía tenerlo hecho el 31 de diciembre de 2021, no nos daba tiempo. Hemos actuado de prisa y hemos llegamos como hemos podido. No teníamos tiempo de revisar totalmente el PTI. Cuando empezamos la pasada legislatura uno de los objetivos que teníamos era revisarlo, pero aparece la política de lo posible. Cuando comenzamos a mirarlo vimos que teníamos el ‘boom’ de las viviendas turísticas y era una necesidad inmediata actuar. Paramos y nos pusimos con el Plan de Intervención de Ámbitos Turísticos (PIAT). Otra gran amenaza era la gran transformación del tejido comercial y la amenaza de los grandes centros comerciales. Volvimos a parar y nos centramos en el Plan Director Sectorial de Equipamientos Comerciales de Mallorca (PECMa). Luego llegó el decreto 9/2020 que nos advertía del peligro de que se construyeran nuevos petit Deià, y era el momento de actuar. De hecho, hemos hecho una limpieza de ‘petits Deià’ en el PTI.

La próxima modificación del plan se centrará en regular las renovables ¿De qué manera?

— Ante de la avalancha de proyectos, conviene intentar minimizar su impacto. No será la piedra magistral que solucionará todos los problemas. La ley de cambio climático dice que los consells definirán las zonas prioritarias. Que lo indiquemos, no quiere decir que en otras partes no se puedan poner placas. Es una responsabilidad decir que un sitio concreto es uso admitido, hay que andar con ojo. Debe de estar muy contrastado para causar el mínimo impacto.