Desde este miércoles el uso de la mascarilla deja de ser obligatoria en espacios interiores, un paso más hacia esa normalidad tan esperada. | Jaume Morey

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«Han sido dos años con la boca cerrada», expresa así Cristina Mundoy, peluquera, mientras realiza una pedicura a una clienta. Esta es la sensación que tienen clientes y trabajadores al entrar en establecimientos y locales sin el cubrebocas puesto. Desde este miércoles, el uso de esta medida sanitaria deja de ser obligatoria en espacios interiores, un paso más hacia esa normalidad tan esperada. «Atender con una sonrisa cambia mucho», comparte la repostera Eva Squarcia, a pesar que todavía «estoy planteando si ponérnosla en determinados momentos o no».

Porque lo cierto es que todavía hay gente reticente a eliminar su uso en este primer día. Y muchos desconocían que la mascarilla ya no es obligatoria. «Desde esta mañana, podemos decir que el 80 % de nuestros clientes han entrado con el cubrebocas», informa Emilio Pérez, trabajador de una tienda de cortinas de Palma. Así se pudo ver a media mañana cuando una mujer expresaba en voz alta: «Ah, ¿ya se puede ir sin?». La medida se elimina por completo en la mayoría de los espacios cerrados, como por ejemplo gimnasios, centros comerciales o supermercados.

El mercado de Santa Catalina este miércoles. Imagen: J. Morey
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En el primer caso, los centros deportivos ya habían relajado esta restricción desde hacía unas tres semanas. «Los usuarios podían hacer deporte sin ella pero para moverse de máquina a máquina tenían que llevar la mascarilla puesta. Desde hoy, ya no», apunta Hur Aguilar, trabajador de un gimnasio. En este contexto, los deportistas prefieren la actividad deportiva sin llevar nada en la cara. Pocos, sin embargo, todavía hacen uso del cubrebocas. «El primer día es de transición, lo que observamos es que la gente va paso a paso, todavía es como que no están seguros si llevarla o no», añade Aguilar.

El uso en centros deportivos se había relajado hace tres semanas. Imagen: J. Morey

La misma sensación tiene Cristina Moreira, empleada de un quiosco de Palma. Desde primera hora de la mañana, ha dicho adiós a la mascarilla aunque reconoce que «me siento un poco rara». Asimismo, confiesa que «mucha gente me ha preguntado si hoy seguía siendo obligatorio o no». La falta de información clara es, en definitiva, una de las percepciones que se tiene en este primer día sin dicha restricción sanitaria.