¿El monocultivo turístico solo cambiará tras un desastre más intenso que la pandemia?
— Da esa sensación. Hay una crisis de imaginación a la hora de poder pensar como configurar la vida en común de otra manera. La pandemia mostró que un descenso súbito en el flujo de turistas deja a estas territorios en una situación precaria. En ese momento hubo, con sus más y sus menos y no de forma completa, unas políticas sociales que priorizaron la protección de muchos trabajadores. De lo contrario, la situación hubiera sido brutalmente dramática.
¿Por qué el decrecimiento, desconocido para la mayoría, tendría que preocuparnos más?
— Porque no es solamente una propuesta ética y política de gente con sensibilidad ecológica. Es un contexto: los seres humanos, queramos o no, viviremos con menos energía, menos materiales y menos recursos por haber vivido en contra de los límites del planeta. La cosa es preguntarnos cómo materializar el decrecimiento que se va a producir. Si no lo hacemos desde una planificación que apueste por la justicia, lo hará el mercado. Me llama la atención cuando se dice que el decrecimiento es una propuesta ecologista de racionamiento, cuando es el propio mercado el que raciona. Si puedes pagar tienes energía, de lo contrario, no.
Hace años que se advierte del colapso, pero todo sigue aparentemente igual. ¿Llegará?
— Los que han tratado este tema se han referido siempre a un desmoronamiento progresivo de las condiciones que permiten tener una sociedad industrial y globalizada. Eso provocaría colapsos o crisis puntuales súbitas, como el confinamiento o una subida muy alta del precio del petróleo, que haga desaparecer muchas cosas. Luego hay un proceso de recuperación, que no quiere decir que ese pequeño desmoronamiento de la vida como la conocimos se esté produciendo. En todo caso, estamos viendo evidencias. El cambio climático ha dejado de ser invisible y lo vemos con las olas de calor, incendios y sequías.
¿Estos planteamientos se limitan al movimiento ecologista o dentro de los partidos políticos también se tienen en cuenta?
— El ministro de Consumo, Alberto Garzón, y sindicatos como ELA, LAB, CGT y CCOO son conscientes de esta cuestión. La plataforma política SUMAR de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, organizó un grupo de trabajo con gente independiente, en la que participé, para tratar el tema del decrecimiento. Hay personas en política que lo tienen claro, pero existe el miedo de cómo plantearlo en los tiempos justos de las contiendas electorales. Se asume que son impensables para la mayoría de la sociedad. Presuponer que la gente tiene poca capacidad de preocuparse por el presente y el futuro de sus hijos me parece elitista. Aun así, es evidente que es muy difícil en un contexto de violencia en redes sociales y medios de comunicación. Pero hay que trabajarlo más. Hay que decir las cosas como son, pero acompañando emocionalmente, mostrando propuestas y salidas de lo que es una transición ecológica justa.
Se cubren campos de placas sin limitar el consumo energético. ¿La especulación ha ganado el relato sobre las renovables?
— No diría que ha ganado, pero institucionalmente no está asumido que la transición ecológica justa no es solamente un cambio de uso de fuentes energéticas, sino un nuevo modelo de vida que quepa dentro de los límites del planeta. De otra manera la transición supone el extractivismo de más recursos. El negocio no está tanto en usar estos parques, sino en el hecho de construir la instalación.
The Last Of Us y Station Eleven muestran mundos postapocalípticos más afectivos y naturales que el actual. ¿Cómo ayuda?
— Es lo que necesitamos, imaginación. Un mundo donde consigamos ajustar las formas de vida a los límites del planeta es mejor para la mayoría. Hay muchas personas precarias, con problemas de salud mental porque viven vidas que no les gustan. La mayoría, en cuanto puede o tiene vacaciones, elige un estilo de vida decrecentista: vuelven al pueblo, hacen deporte y dejan el móvil en casa. Cuando disponemos de tiempo, optamos por una vida más sencilla. Trabajé mucho tiempo en la empresa privada, donde formaba a ejecutivos medios. Les pedía que recordaran el momento más intensamente feliz de su vida y jamás pensaban en el último coche o iPhone que tenían, siempre destacaron momentos afectivos, de disfrute e incluso de conexión con la naturaleza.
En cambio, odia la serie El Colapso.
— No la terminé. Es pesimista y oculta todas las iniciativas que se hacen para vivir de forma comunitaria. Hay muchísimas personas experimentando otros tipos de vida. Hace falta imaginación común y memoria. Probablemente, nuestra especie no había vivido antes una amenaza ecosistemémica global, pero hay muchos países que han vivido colapsos temporales.
En El amanecer de todo: Una nueva historia de la humanidad, David Graeber y David Wengrow documentan, precisamente, otros modelos de organización. ¿Qué nos enseñan?
— Demuestran con claridad que ha habido muchas sociedades muy bien autoorganizadas que no eran pequeñas, porque siempre se dice que la igualdad solo es posible en grupos humanos reducidos. Los autores también rompen con este tópico: una comunidad pequeña puede ser tremendamente autoritaria. Otro libro fundamental es Un paraíso en el infierno, de Rebeca Solnit. Frente al discurso egoísta del todos contra todos, recopila historias de apoyo mutuo y autoorganización tras grandes desastres, incluso de gente que confiesa haber vivido estos periodos intensamente felices por sentirse a salvo en medio del caos.
7 comentarios
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Estos ecojetas me hacen reír y mucho. El titular debería ser "Viviréis VOSOTROS con menos recursos mientras yo viviré con más, gracias a mi trabajo en convenceros de vuestra CULPABILIDAD". De entrada el supuesto problema de "consumo de recursos" no lo tiene "Occidente" con una población decreciente camino de la extinción. (Aunque consuma 10 veces más por habitante que uno del 2 o 3 mundo). Fuera de Occidente a nadie le importa una pm el cambio climático, el planeta, etc (Sólo hay que ver la última cumbre del clima). Y teniendo la seguridad que Xi Jinping o incluso Putin, Murmu o Widodo, tienen más visión de estado que los políticos occidentales, si a ellos no les preocupa ¿me va a preocupar a mi? Lo único que les preocupa es acaparar recursos para fortalecer sus estados. Recursos, industrias etc que Occidente renuncia gracias a los ecojetas, que podríamos decir que son los tontos útiles de la idea encaminada a acabar con la cultura occidental de democracia, igualdad, liberalismo, etc. E implantar un sistema "chino" controlado por multinacionales. En China el sistema aún lo controlan (se supone) los políticos, aquí ya no. Podría seguir pero "pa que". Y los únicos que "denuncian" esto es la extrema derecha. Vamos apañados.
De la superpoblación ni hablamos Anda iros a vender la moto a otro
Este mantra está muy repetido. Nadie se refiere al hecho de la superpoblación de humanos, de lo que contaminamos, colapsamos y consumimos, sólo hablan de sostenibilidad, energías renovables y reciclaje, pero eso no basta. Se ve que es un tema espinoso que los políticos no saben o quieren tratar.
Estoy hasta los dídimos de los salvadores del Planeta. Todo lo que nos cuentan es para meternos miedo y encima es mentira. Llámame negacionista, terraplanista, carca, etc... pero por favor dejad al Planeta en PAZ, progres de salón. ecologistas de barra de bar.
Otra ecolojeta que si no dice esto no cobra. El politico ya hace tiempo que no tiene nada que ofrecer a cambio de los impuestos que pagamos y que se los come el solito, entonces acuden a lo de " salvarnos la vida y el planeta" prohibiendo, mientras niles de toneladas, millones, se estallan en las guerras
Las subidas de tipos de interés o bien la inflación, (a gusto de nuestros gobernantes) , es decir, el mercado, limitará el consumo de recursos. Estamos ya en ello aunque el vulgo no se haya dado cuenta todavía. El decreciento se va a lograr con las tres dosis con las cuales ya ha empezado a morir y enfermar mucha gente y los que no se van a poder reproducir. Estaba desde antes de la plandemia todo atado y bien atado.
Todo eso lo venimos oyendo desde hace 40 años, todo tipo de profecías apocalípticas, cuentos asusta niños y adultos infantilizados. Tonterías de todos los calibres, la mayoría, muy bien pagados....se vive de maravilla con el cambio climático!!!!!