Érika, una imagen de este lunes tras el desahucio en Can Pastilla. | T. AYUGA

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Un local religioso de Palma dedicado al culto ha acogido a Érika Szabo, la mujer de 52 años con cáncer que el pasado lunes fue desahuciada de la casa que okupaba en Can Pastilla, y a su madre. Una pastora ha tenido la voluntad de ayudarlas porque las conocía. A pesar de ello, los servicios sociales habían ofrecido a Érika y a su madre diferentes centros de acogida, pero rechazaron esas ofertas porque «hay mucha gente y no podemos vivir así por nuestra especial situación», explicó este martes.

Tras salir el lunes con sus maletas y bolsas del piso en el que habían estado desde 2021, acudieron a Creu Roja, pero la entidad no pudo encontrar ninguna opción adecuada para ellas. «Todo estaba lleno, hay mucha lista de espera», explica Érika a través del teléfono.

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Ambas están buscando como pueden un nuevo hogar. Han hecho un llamamiento a través de sus redes y contactos para pedir una vivienda que puedan pagar, como mucho, «550 euros con algún gasto incluido». En su caso, ambas cuentan con una pequeña pensión, pero son tantos los pagos que deben afrontar, incluyendo los medicamentos y la comida, que van muy justas al mes, constata Érika.

El espacio religioso que las acoge les ha ofrecido colchones en una habitación para estar cómodas. Sin embargo, este local «nunca se ha dedicado a la acogida, nos lo hacen a modo de favor porque nos conocen. Por eso no quieren que se conozca su nombre», explica Érika. Así las cosas, reconoce que está viendo un poco de luz pero que todavía no estará del todo tranquila hasta que no encuentre un nuevo hogar en Palma.