Por decirlo de otra manera, quien ha ganado esta batalla, que no la guerra, es la oposición, que asiste rumbosa a una pelea entre socios, a pesar de que unos y otros saben –socios de Govern y oposición– que el desencuentro durará apenas unas horas o unos días, lo que tarden ambos partidos en ponerse de acuerdo para marcar un calendario para la libre elección de lengua en la enseñanza y aprobar un techo de gasto que dé vía libre a unos Presupuestos que incluirán dos elementos esenciales para los socios: la bajada de impuestos que preconiza el PP y la Oficina Lingüística que necesita Vox para hacerse valer entre los suyos.
La derrota parlamentaria del PP tiene otro análisis singular sobre cómo se gestiona un gobierno de pacto. Muchos de quienes ahora están en el Govern han ocupado puestos en ejecutivos previos, pero lo han hecho en gobiernos de mayorías absolutas, con José Ramón Bauzá o con Jaume Matas. El último PP que gobernó en minoría fue el de Gabriel Cañellas entre los años 1991 y 1995, en el jurásico político de la historia de esta comunidad, y desde entonces se han ido alternado el PP de las mayorías absolutas y los pactos de izquierdas.
El castigo a Prohens puede tener que ver con esa percepción equivocada. Este PP está condicionado por un pacto y eso significa que debe negociar con sus socios, le guste o no. No es lo mismo gobernar con mayoría absoluta que hacerlo con un partido que se dedica a poner piedras en el camino. Los dos han perdido en esta guerra, pero lo curioso es que ambos se sienten victoriosos. Uno se conforma con haber dado la imagen de que manda sin estar en el Govern; el otro cree que oponerse a las derivas ultramontanas en materia de lengua le centran políticamente.
6 comentarios
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MoixetaLo digo así para sugerir una cierta asociación con tiempos pasados no muy alegres. Creía difícil que alguien no lo entendiera pero ningún problema en aclararlo.
Sra. Domblas, ¿por qué adjetiva o califica casi siempre a VOX como extrema derecha, ultraderecha, etc., ? y nunca en sus artículos, si me equivoco dígame cual, califica a ningún partido como ultraizquierda, extrema izquierda. ¿No los hay, o no le gusta calificarlos?. Algún compañero suyo no se priva de llamar peperos a los afiliados al PP, pero tampoco le he oído llamar sociatas a los del PSOE. Disculpe la molestia.
@Pablón de anuncios: Cuando habla de "la lengua del imperio" ¿se refiere a la que usa usted en su comentario, la periodista en su columna, y el diario en su línea editorial? ¿Es usted más partidario de "la llengua de l'imperi" que se impone en los colegios sin que los padres puedan opinar? A menudo parece que están ustedes más en contra de la libertad que a favor del catalán, aunque en Baleares ambos absurdos son una misma cosa...
La OPOSICIÓN SERA OPOSICIÓN...durante CUATRO AÑOS, sino OCHO, GRACIAS a la GESTIÓN de PSOE PODEMOS.
Mientras el Pp pueda bajarle los impuestos a los ricos están bien. Mientras el partido de El Yunque (Vox) pueda dar pasos para imponer "La lengua del imperio" están bien. Mientras tanto, sus sectarios votantes ven como no gobiernan los demonizados líderes de izquierdas y con eso les basta, así que también están bien. Otra cosa es que (como prometieron) hayan acabado con la okupación, mejoren las cifras de conflictividad, se proteja la salud de las generaciones futuras (nuestros hijos, no hay que ir mucho más allá) protegiendo el medio ambiente, y un sinfín de cuestiones que sí son importantes y de las que ni hablan. Por ejemplo, preparar el terreno para la corrupción que nos espera eliminando una oficina que persigue la corrupción con excusas de que se montó para perseguirles a ellos. Aún diría más, dicha oficina se creo para perseguir al socio del padre de Prohens, no? Pero todos contentos. Viva el coliving para los ciudadanos y ellos a chupar del bote!
¿La libre elección de lengua es una "deriva ultramontana"? Cuánto daño han hecho el cañellismo y la izquierda. No solo a nuestro sistema educativo e identidad, sino al sentido común y a la capacidad de tener opinión propia. En el fondo el catalanismo era esto; no tiene tanto que ver con la imposición de una lengua ajena (que ya era grave), sino de una forma de pensar.