Imagen del interior de la sala del Bingo Rosales, en Palma. | Pere Bota

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Fueron más de una decena décadas atrás y se convirtieron en todo un fenómeno social durante la Transición y tras ella. La apertura que vivía España permitió que las salas de bingo crecieran exponencialmente por todo el país, y Palma no fue la excepción. Al contrario, pues hasta hace unos años eran más de una decena las que se repartían por diferentes localizaciones de la capital mallorquina. Pero el paso de los años y la aparición de los juegos y apuestas on-line, además de otros formatos, unido al envejecimiento del perfil de cliente se han sumado a otros aspectos como la pandemia para marcar el declive de este segmento del ocio.

En la actualidad quedan tres de ellas operativas. Por un lado, el conocido Bingo Rosales, en la calle Manacor, que por capacidad e historia es un recinto con actividad constante y que sigue siendo una referencia. No muy lejos se encuentra otra de las salas abiertas hoy en día. El Bingo Versalles es otro emblemático local dentro del sector, aunque en su fachada ya se observa cómo las grandes empresas del juego empiezan a ganar espacio frente a los negocios tradicionales.

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Fachada del Bingo Rosales, en la calle Manacor de Palma. Foto: Miquel Àngel Cañellas

La tercera es otra sala muy conocida: el Bingo Casa Menorca de Santa Catalina, ubicado en las proximidades del mercado y que completa la terna de establecimientos que siguen abriendo sus puertas a los aficionados a este juego, que ha encontrado con el paso de los años a muchos enemigos que han causado esta merma en la lista de locales. En la actualidad, el sector reúne a poco más de un centenar de empleados.

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Exteriores del Bingo Versalles, en Palma. Foto: Miquel Àngel Cañellas

Las casas de apuestas, los productos de Loterías y Apuestas del Estado o de la ONCE, los juegos on-line o las máquinas automáticas han lastrado al negocio del bingo, que más allá de las salas permanentes resiste firme en los pueblos en fechas como la Navidad, siendo punto de encuentro a nivel social para los vecinos, que encuentran un argumentos para pasar un buen rato durante las fiestas.

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Imagen del Bingo Casa Menorca de Santa Catalina, en la popular barriada. Foto: Miquel Àngel Cañellas

Sobreviven los bingos Rosales, Versalles y Casa Menorca (Santa Catalina), pero en su momento existieron otras salas en Palma que siguen presentes en la memoria de sus clientes, de los palmesanos y de la propia ciudad. Sin duda, uno que sigue llamando la atención es el Bingo Teatro Balear, que vio frenado su intento por convertirse en casino, contando además tras de sí con una larga historia como recinto de espectáculos.

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Imagen del Bingo Teatro Balear, en el centro de Palma. Foto: Jaume Morey

Los bingos Nàutic, Trocadero, el que llevó el nombre del Real Mallorca, el Ciclista, Drach, Es Fortí o los del Club Petanca Santa Marta o Lidia fueron otros de estos establecimientos en los que los cartones, los bolis y las bolas eran los protagonistas. Y donde cantar una 'línea' o un 'bingo' formaba parte del sonido ambiente.