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En esta semana ‘horribilis', la presidenta del Govern, Marga Prohens, ha tragado un sapo mayor que el que tuvo que tragar cuando firmó su acuerdo con Vox para poder ser presidenta. El pacto de 110 puntos que se negoció entonces asustaba por esa retórica furibunda de Vox, pero las enmiendas que ha tenido que aceptar el PP ya no son retórica; son partidas con cifras concretas para cumplir con las furibundas exigencias de sus socios.

La cesión de Prohens ha sido ahora mayor que entonces y la negociación de los presupuestos ha mostrado a una presidenta mucho más débil que hace seis meses, una presidenta que ha llegado a los presupuestos sin capacidad de movimiento, atrapada en las exigencias de Vox, ahogada por un socio que exige mucho más porque su voto vale ahora más. Por cierto, con respeto al anuncio de Llorenç Córdoba de que votará a favor de los presupuestos, también cabe preguntarse qué ha pasado, porque si el Govern mantiene que pidió un sobresueldo a cambio de su apoyo y ahora apoya, no debe extrañarse de que algunos se pregunten a qué acuerdos se ha llegado con un diputado acusado en su día de chantaje.

La única buena noticia para la presidenta es que ha ganado un año o tal vez dos. Ya tiene un presupuesto, que no es el de Francina Armengol, y esa una poderosa herramienta. Si las cosas van mal con Vox, que muy probablemente irán mal, podrá prorrogar su presupuesto, el suyo, no el de Armengol, así que incluso puede tener dos años asegurados, aunque con una gran inestabilidad política. A cambio de comerse este sapo, la presidenta gana tiempo.

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La aprobación de los presupuestos aleja por ahora la posibilidad de que Marga Prohens apriete el botón nuclear y convoque elecciones. Esta es una operación de alto riesgo con un único beneficio para Prohens: forzar a los socialistas y a Francina Armengol a decidir sobre el candidato. Podría ser Armengol pero o bien dimite como presidenta del Congreso o bien le tocará hacer campaña electoral mientras a la vez ocupa un cargo institucional. Complicadas las dos opciones. Si además pierde, ya será imposible que vuelva a ser la candidata y el PSIB deberá iniciar el agónico proceso de buscar un relevo tras un hiperliderzgo que ahora mismo tapa cualquier resquicio de cambio.

La opción de un cambio político de aquí a mayo –que es cuando se podrían adelantar las elecciones– y de que la izquierda revierta los resultados y gane es una mera ilusión y basta ver cómo sigue Podemos. Pero tampoco Prohens lo tendría mucho mejor que ahora. Puede mejorar resultados pero, casi con toda seguridad, su elección volvería a estar en manos de Vox, que podría ganar más poder de decisión con menos diputados. Si ese escenario se repite, Vox no aceptará quedar fuera del gobierno, así que la convocatoria de elecciones podría acabar con Armengol como posible candidata en 2027, pero con Vox en el ejecutivo.

¿Le compensa la jugada a Prohens? Ahora que ha ganado un año, tal vez dos, no. Pero que se prepare: la semana ‘horribilis' puede ser su ‘annus horribilis'.