-¿Cómo surgió el libro?
Surge del colectivo Albasud, organización especializada en investigación y movimientos sociales, fundamentalmente turismo. En 2019 lanzamos un primer libro colectivo, una caja de herramientas de los diferentes procesos de turistificación a través de la teoría social y crítica.
-El turismo ha sido loado como infalible fuente de ingresos.
Una cosa que se ha conseguido en los últimos años es que hablar del hecho turístico ya no se restringe a la cuenta de resultados. No solo habla ‘el sector'. No solo es crematístico, es un fenómeno social con todas sus consecuencias. Es uno de los grandes avances desde el punto de vista social, académico y político. Porque lo turístico ha ido atravesando la vida de más personas y territorios, y más después de la crisis de 2008.
-¿Por qué este título para el libro?
Las sociedades más turistificadas son las que han presentado más malestar. El binomio de más turismo, más conquista social, bienestar o puestos de trabajo es cada vez más cuestionado. Se genera una contradicción.
-¿Qué planteamiento hace su ensayo sobre el malestar turístico?
Hemos acudido a intelectuales que abordan el turismo desde el punto de visto social, como Silvia Federici, que desde la teoría feminista crítica habla del empleo turístico feminizado relacionado con la conciliación y la mercantilización de los cuerpos. O Nancy Fraser, una feminista que analiza el trabajo turístico, la geografía crítica de David Harvey o a través del filósofo Henry Lefebvre, la producción de la ciudad y las revueltas urbanas.
-Una de las mayores críticas ahora es cómo afecta el alquiler turístico en el acceso a la vivienda.
Se ha salido del pinchazo de la burbuja inmobiliaria a través de procesos de mercantilización turística. Ahora, estos pisos que vivieron desahucios se han reciclado para el circuito turístico y se han convertido en Airbnb. También para sortear la crisis se tomaron medidas para atraer más turistas como la flexibilización de los horarios comerciales. Se han hecho ciudades de 365 días al año. Con la proliferación de las low cost, las urbes ganan peso turístico. Con la globalización se han ido desvistiendo a las ciudades de sus funciones productivas y económicas y se van especializando en la economía de servicios y turismo. En cualquier ciudad europea encontramos dinámicas y problemas similares.
-¿Qué efectos provocan en los residentes?
Están atrapados entre la turistificación, la mercantilización de la vivienda, la ocupación del espacio público, los empleos más precarios y con ciudades cada vez más caras.
-¿Qué solución hay?
Las ciudades expulsan a sus ciudadanos a la periferia. Pero aquí no tenemos periferia y la gente se va de las Islas. Esto va ligado a la Gran Renuncia que apareció en la pandemia. Los temporeros que venían aquí cada año se han quedado en su lugar de residencia y una gran parte de ellos encontraron empleo fuera del turismo y de las zonas de producción turística. España es uno de los países donde más se ha dado esta renuncia dadas las condiciones de trabajo y de vida en los lugares turísticos. Y se ha traducido en el principal problema señalado por la propia Federació Hotelera de Mallorca: cuando llega la temporada de verano, faltan trabajadores.
-El turismo antes se reducía a la costa, pero ahora aparece incluso en los barrios de Palma.
Es la expansión de las fronteras de la mercantilización. En la crisis de los años 70, las cadenas hoteleras se expandieron hacia el Caribe: fue nuestra conquista del Oeste. Pero ahora se está dando en las propias Islas. El turismo ha pasado de estar restringido en la franja literal a expandirse con la mercantilización de las viviendas. Y ya no quedan más fronteras.
-¿Cuál es nuestro futuro?
Buena parte de los recursos energéticos necesarios para el turismo son cada vez más caros. La emergencia climática es muy problemática. Buena parte de los destinos de sol y playa están en las zonas más calientes del planeta. Esta combinación nos lleva a pensar que estamos ante el final del turismo barato. Y esto lleva a una situación de vulnerabilidad en las sociedades más dependientes del turismo. Ya lo vimos en la pandemia.
-¿Se acabará el turismo?
Nos cuesta mucho imaginar una vida diferente. Pensar en Mallorca sin turismo es como Mad Max. Es más fácil imaginar el fin de Mallorca que el fin del turismo. Úrsula K. Leguin intenta rescatar la imaginación para construir otros futuros. Y hay que imaginarlos para revertir los malestares.
18 comentarios
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marcos yPues con el mismo dinero que la universidad de Logroño, Salamanca,Granada, etc...ciudades sin tantos "hoteleros"
ABB, això no té per què ser així. I en tot cas, prefereixo un MILIÓ de vegades viure al segle XIX , que no a aquest infern que ens han tornat Mallorca i Balears, només beneficiós i accessible a una minoria abusona, egoísta i cobdiciosa.
Si el turismo no existiese en Baleares no se quien le iba a pagar el salario a este señor ¿con que capital piensa que se ha montado la UIB? En su mayoría con los impuestos de las empresas turísticas y las personas que trabajan en ellas. Menuda contradicción la de este señor.
Los hoteleros no tienen problema, cuando se acaben de cargar Mallorca se irán a Méjico, República Dominicana....
Esto lo sabemos hace 25 años, y solución poco probable con los políticos que tenemos, Baleares is diferent.
Som i SeremY después comer jamón e ir a los toros
OceàSr. Ocea del gob supongo Le pido lo mismo soluciones posibles para solucionarlo ,no criticar por criticar. En mallorca ya no llevamos pantalones bombachos como le gustaría a alguna gente. Año 2024. ,el 2044 vivirán 1.800.000 personas en Baleares, nadie lo puede parar y hay que prepararse para ello
Juan de Palma, clar home, clar. És que saps el q passa?.... q ses "sol·lucions" per als interessats empresariutxos és omplir-vos ses butxaques, costi el q costi, i ja s'apanyaran els illencs amb la seva "vida", mediambient i futur. Cosa a la q no té dret disposar ningú, i manco encara una minoria abusona i tramposa, perjudicant a la majoria, per pura cobdicia malaltisa.
Ufff que pedante suena este individuo !
Hem de tomar la primera línea d'hotels, dedicar la segona línia a vivenda pels residents i la tercera línia transformar-la en negocis de software