Tolo Palou, uno de los últimos veterinarios de ganaderías en Mallorca.

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Tolo Palou (Sóller, 1973) es uno de los últimos ‘veterinarios de campo' que quedan en Mallorca. A sus 50 años habla de un oficio que está en riesgo de extinción. Estudió, como la mayoría de sus compañeros, por vocación. Desarrolla su principal actividad en pequeñas explotaciones ganaderas del Raiguer. La suya es una especialidad ‘en riesgo de extinción'

— Los veterinarios hablan de precarización en su profesión, pero llevamos años escuchando que son un sector con paro cero. Aquí algo no cuadra…

En Baleares el problema es que antiguamente había tres tipos de dedicación: funcionario de Sanidad o Agricultura, veterinario clínico y veterinario de campo. Yo soy de este tercer tipo. Los pocos que quedamos trabajamos con ganadería y caballos, pero es una especialidad en riesgo de extinción. Desde niños nos han hecho creer que si te gustan los animales Veterinaria es la mejor carrera y eso, junto con el elevado número de universidades que imparten la carrera en España, hace que haya muchos licenciados cada año que el mercado tiene que insertar. Muchos acaban trabajando en otros sectores.

— ¿Hay un exceso de clínicas veterinarias en Baleares?

Con tantas clínicas se está alcanzando un nivel de saturación elevado. En Baleares por una parte aumenta el número de veterinarios que trabajan con caballos y por otra, cada vez hay menos en ganadería. Primero, porque es un trabajo duro y segundo, porque al sector ganadero se le está invitando a desaparecer. Las directrices europeas y de otras administraciones dificultan su existencia. No obstante es cierto que en Baleares desde hace unos años se está trabajando para ayudar en las prácticas ganaderas.

— ¿Tiene futuro el veterinario de campo?

No hay relevo generacional y el veterinario de campo no ve futuro y se busca la vida de otras maneras. La gente intenta opositar, que es la mejor salida laboral en estos momentos. Hay una maquinización del sector. Grupos inversores están comprando clínicas veterinarias en Mallorca y el trato con el propietario de mascotas ya no es el que había antes… Todo se ha vuelto demasiado humanizado y eso complica el trato personal.

— Algunos de sus compañeros me han dicho que se ha acuñado un nuevo término: ‘Perrhijo'

Las relaciones entre mascotas y personas no son las de antes, eso está claro. Ahora eres un pediatra más que un veterinario y el trato con el cliente de las clínicas de mascotas se complica. Todo junto crea una crisis en el sector. El nuestro es el gremio con mayor número de suicidios con diferencia.

— ¿Por qué?

Se juntan muchas cosas. Primero, una frustración entre las expectativas que tienes desde niño y lo que te encuentras cuando empiezas a ejercer. Por otro lado, está el grado de empatización que puedas tener tanto con la situación de las mascotas, como en mi caso con la precariedad del ganadero. Eso, junto con el fácil acceso a sustancias peligrosas, junta la necesidad con la ocasión.

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— No le veo precisamente optimista

El veterinario de campo va de la mano del ganado, si desaparece el ganadero desaparece el veterinario. Somos un equipo. Las administraciones cada vez aumentan más la burocracia y las cargas de los ganaderos y no asumen que es un pequeño productor artesanal que trabaja en una empresa familiar, no merece un trato burocrático de la administración. Preocupa poco que desaparezca la ganadería.

— ¿Cuántos veterinarios quedan en Mallorca dedicados al campo?

Podría decir que unos quince que trabajan con ganado o caballos pero la mayoría lo compaginan con la actividad clínica. En mi caso es mi principal dedicación y como yo hay un ‘parell' más pero ya intentas hacer otras cosas fuera.

— ¿Por qué decidió dedicarse al campo?

Por varias razones. La principal diría que es por sentimentalismo. Para mí es un privilegio trabajar en el campo. Es un sector agradecido, noble, tradicional, ligado al suelo que en realidad son los valores que pierde la sociedad actual. Tenemos una sociedad etérea, volátil, fantasiosa y virtual. Lo único que queda con carácter natural es la gente del campo. La parte emocional compensa la parte económica y profesional. Antes teníamos la imagen del típico veterinario bucólico. Hoy en día trabajas más con el ordenador que con la jeringuilla. El trabajo clínico es menos de un 10 % del total.

— ¿Es una situación generalizada?

Sí. No solo ocurre en Baleares. Cuando voy a los congresos y cada vez que hablamos de normativas nuevas, la gente mira cuánto le queda para jubilarse. Gente joven hay muy poca que quiera dedicase al campo. Los cambios que tiene que asumir el campo son inasumibles. Quieren que llevemos nosotros la eutanasia del ganadero. Estamos en el proceso de eutanasia del campo. Es una pena, pero es así. Ahora mismo estamos en un momento de tránsito, aplicando una nueva ley que impone a los ganaderos planes muy ambiciosos de gestión de explotaciones que necesitarán un asesor, es una sobrecarga más. Con la nueva norma hay que tener un ‘veterinario de explotación'. Seremos el requisito que necesitará el ganadero para cumplir con su regulación sanitaria, porque esta es una ley de Sanidad.

— Sanidad aplicada a la Agricultura

Desde hace mucho tiempo. No sé en qué se basan para evaluar los riesgos sanitarios en las explotaciones ganaderas. La administración cree que cuanto más control haya, menos riesgo habrá, pero el riesgo cero no existirá en la vida. Hay riesgos que deben asumirse. No nos podemos despistar, pero no tiene sentido hacer un hipercontrol porque la presión no redunda en un beneficio. El tiempo que dedicas a hacer planes es tiempo que no puedes dedicar al tratamiento de los animales, a hacer bien tu trabajo en general. Como sociedad es una guerra perdida. Vamos por todos sitios bombardeando a las hormigas. Se actúa con desmesura. Estamos perdiendo la cabeza.

— ¿Hay un exceso de regulación?

¿Cómo vas a controlar que no vengan los mosquitos a tu explotación ganadera si los mosquitos vuelan? Esto es miedo al miedo, por no mirarlo a los ojos y convivir con él. Le da más tranquilidad a la administración que le presente un informe de lo que haré, que que le dedique el tiempo necesario a lo que el informe dice que haré. Si dedicas a los técnicos a papelear dejan de pelear. Los veterinarios tenemos que estar a pie de campo y no de ordenador. En un ordenador eres un burócrata, no un técnico. Estamos en la sociedad virtual. Todo es virtual. La seguridad es virtual. Estamos trabajando por un mundo con sensación de seguridad, no con seguridades reales. La gente se siente más reconfortada incluso sabiendo que esa sensación de seguridad es falsa.