Hans Lenz, presidente de ABINI.

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La manifestación de hace dos sábados, considera, es «un contrapunto necesario» de la imagen paradísiaca de Baleares que se vende al turista y al comprador internacional de vivienda. «Porque evidencia que tenemos un problema y que no vamos bien». Hans Lenz, presidente de la patronal de inmobiliarias nacionales e internacionales de las Islas, admite que la demanda extranjera es una de las causas del problema y que su sector tiene su parte de responsabilidad como catalizador de esa demanda. Eso, defiende, es lo que les compromete, a la vez que les legitima, para ponerse a remar en el barco de las soluciones.

¿Entiende que se demonice a las inmobiliarias y se les acuse de generar un mercado habitacional dirigido al comprador internacional?
Es innegable que la demanda por parte de extranjeros contribuye al encarecimiento, pero no es ni el único ni el más grave de los factores. Pero está allí, y de esa conciencia también sale el compromiso de decir que si somos parte del problema nos vamos a convertir en parte de la solución. Nosotros también vivimos aquí, nos afecta a nosotros, a nuestros hijos... No somos ajenos al problema. Es necesario reequilibrar la función social de la vivienda porque se ha convertido en un producto de lujo, y hay que arreglarlo con un objetivo que nunca antes nos habíamos marcado: dedicar un esfuerzo más grande para los residentes; lo otro seguirá su curso.

Defiende que quieren formar parte de la solución y no del problema. ¿Qué aportaciones pueden hacer?
Lo primero y fundamental es ordenarnos a nosotros mismos. Con la ley de agentes inmobiliarios se pone orden dentro del caos que se ha ido generando durante décadas. El intrusismo ha hecho mucho daño. Y trabajaremos con la Administración pública para intercambiar conocimiento y criterios sobre cómo salir del problema. El tema de la vivienda siempre va a ser problemático en un territorio como este. No hay soluciones rápidas ni varitas mágicas. Hay que fijar unas estrategias que duren lo suficiente como para poder darle vivienda a los que viven aquí mientras protegemos también los derechos que existen en Europa. Las dos cosas tienen que poder coexistir.

Pero si dice que el problema persistirá en el tiempo, asume que esa coexistencia será motivo de conflicto permanente.
Preferiría decir que es un reto sobre el que hay que trabajar, pero es cierto que estamos en vía de un conflicto si no encontramos soluciones. Se están poniendo en marcha esas soluciones, pero de sacar un decreto a que lo note el ciudadano pasará un tiempo.

Siempre han insistido en que el mercado extranjero y el local van en paralelo. ¿No han colisionado ya cuando las plurifamiliares han llegado a estos precios?
Tienen puntos de contacto, pero no son tan grandes como a veces se quiere hacer entender. También están las ganas del local de vender a un extranjero más caro antes que a un residente por menos dinero: no tenemos que engañarnos porque es eso lo que vemos cada día en nuestro trabajo. También es verdad que se han regenerado zonas como el centro de Palma y mucha de esa inversión venía de fuera.

¿Qué opinión tiene de la Supermesa de Prohens contra la saturación?
Ojalá podamos generar una colaboración público-privada compartiendo conocimiento a través de datos objetivos. En el tema de vivienda estamos continuamente inundados de informaciones de las cuales hemos de cuestionarnos su base y las fuentes. Y tenemos que nutrirnos de ejemplos que han funcionado en otros sitios, no de los que han fracasado.

¿Tiene fe en la iniciativa?
Tengo mucha fe, pero a la vez me preocupa la complejidad por la envergadura de la empresa. Es una iniciativa valiente también porque pone en el foco a quien ha puesto en marcha la iniciativa: si todo esto no se convierte en algo bueno, tendrá un perjuicio político.

¿Qué le parece la elección de Toni Riera para trazar la hoja de ruta?
Si alguien es capaz de ordenar toda esta información es Toni Riera. Me parece la elección ideal. Creo que todos pensamos que políticamente será neutro. Que lo que estamos discutiendo tenga una base empírica va a generar un consenso mucho más grande.

¿Qué pensó de la manifestación de hace dos sábados?
Sinceramente, me sorprende que no haya ocurrido antes. El problema social que tenemos es innegable. Absoluta solidaridad. Hay fórmulas que se proponen en las que no tengo mucha fe porque no han funcionado en otros sitios, pero esa presión social tiene que estar, no hay que mirar a otro lado.

¿Qué posibilidades hay de volver a construir vivienda asequible?
Muchas.

¿Tal y como está el tema ahora?
Las hay en cuanto pones a disposición suelo público con derecho de uso a 75 años para generar vivienda de alquiler a precios sociales. En cuanto puedan arrancar las urbanizaciones atascadas por temas administrativos, pero que necesitamos desesperadamente donde el 50 % será VPO. En cuanto la colaboración público-privada dé espacio para inversiones en las que se pueda generar ese tipo de vivienda. Nosotros no queremos lucrarnos de esto, queremos que funcione y punto.

¿Qué le parece la legalización de viviendas en rústico?
Es un tema sobre el que se ha politizado mucho. En mi opinión, es una solución a una situación que se ha creado por haber limitado la construcción en rústico, que estuvo fuera de control durante una época. La gente ya no se dedica a hacer según qué tipo de obras porque está muy controlado. Aquí ya no se escapa nadie. Pero un propietario que cerró un porche hace 20 años e hizo allí un salón... ¿Permitimos que prescriba un asesinato y no una algo así? Hagamos una amnistía y dejémoslo solucionado. Al que ha pecado hace dos semanas le va a caer todo el peso de la ley.