Imagen del Convento de Santa Clara, en Palma. | F.F.

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La salida de los jesuitas de Mallorca tras cinco siglos en Montesión -desde 1561- ha sido el último y uno de los más traumáticos capítulos de una historia que se ha encargado de vaciar diferentes conventos y centros religiosos de la Isla a lo largo de la última década. A la crisis de fe experimentada por la Iglesia a lo largo de los últimos tiempos, siendo Mallorca el territorio de España que más católicos perdió, plasmando un descenso notable de bautizos, comuniones, bodas y del número de sacerdotes.

Estos días han sido los jesuitas, pero anteriormente hubo que despedir a otras congregaciones que dejaron huella en la Isla. Según datos estimados que maneja el Bisbat de Mallorca, pero incompletos al 100 % por no tener respuesta de una de las congregaciones, en 2023 había 416 religiosas repartidas en 53 comunidades de la Isla, por las 443 del año anterior. Por contra, aumentó levemente la cifra de religiosos, que pasó de los 132 de 2022 a los 141 del siguiente ejercicio, estando dispersos en 17 comunidades.

El aumento de la media de edad de los religiosos -más de 70 años- y la escasez de un relevo generacional ha sido un factor determinante que se suma a esa crisis de fe; y pese a medidas como la importación de religiosas de otros países, a la que puso limitaciones el Vaticano de la mano del Papa Francisco, no ha sido posible frenar esta tendencia descendente.

Fachada del colegio de las Escolàpies, en Palma. Foto: Jaume Morey

A la marcha de congregaciones de gran calado, cabe unir la desaparición de lo que se conoce en la Part Forana como 'Ca ses Monges', edificios ocupados por religiosas durante décadas y que han pasado a ser centros de día, locales municipales, escoletas, residencias de mayores, e incluso en algún caso (Mancor de la Vall) hasta un centro budista. Valldemossa, Bunyola, Esporles, Búger, Costitx, Sant Llorenç, Petra, Porreres... Son muchos los casos que se expanden por Mallorca. En otros casos (Llubí), los consistorios adquirieron esos locales directamente.

Convento de Santa Teresa, en Palma. Foto: F.F.
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Fuera de Palma, destacan casos como la marcha de las franciscanas, cuyas tres últimas monjas abandonaron el edificio de la calle Major de Manacor en septiembre de 2023, después de 140 años de presencia en la capital del Llevant. No muy lejos, en Son Macià, la puesta en venta de la casa convento de las monjas de la Caritat es otra muestra de esta compleja situación a la que se enfrenta la Iglesia en Mallorca y en otras regiones.

Más atrás en el tiempo, la despedida de los Misioneros de los Sagrados Corazones de Lluc (2019) supuso otro punto de inflexión, después de casi 129 años en el corazón espiritual de Mallorca, que pasó a ser gestionado directamente por el Bisbat.

Exteriores de la residencia de las Hermanitas de los Pobres, en General Riera. Foto: Pere Bota

Volviendo a Palma, dos episodios causaron también impacto en cuestión de pocos meses. Por un lado, la marcha de las carismáticas Hermanitas de los Pobres de su histórica ubicación en General Riera, dejando tras de sí 145 años de presencia en Mallorca y 82 en su sede tradicional a finales de 2022. Ni medio año después, otro movimiento acontecía. A un año de su centenario, la comunidad de las Madres Escolapias abandonaban el centro educativo de las Escolàpies, que fundaron en 1924 en la capital mallorquina.

Las Escolapias hicieron acto de presencia en Mallorca en el año 1857 fundando el primer colegio de la Congregación en la Isla en Sóller, permaneciendo abierto hasta 1972. Fue hace un siglo, en 1924, cuando fundaron el centro educativo de Palma, dedicado primero a la formación académica de niñas, para dirigirse más adelante hacia la coeducación.

La abogada Pilar Rosselló, con dos de las monjas jerónimas. Foto: Jaume Morey

Un caso al margen es el del convento de Santa Elisabet, conocido popularmente como Sant Jeroni. Y es que recientemente la Audiencia Provincial de Palma ratificó que la propiedad es de la comunidad religiosa jerónima, desestimando el recurso de apelación interpuesto por el Bisbat de Mallorca en agosto de 2022, cuando un Juzgado de Primera Instancia ya dio la razón a las monjas.