El padre Antoni Cañellas, en Sant Felip Neri | Francisco Ubilla

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«Debido al cambio social, político y cultural, la vida religiosa ha cambiado mucho, pero no esuna cuestión solo de crisis de fe, sino en la vocación del voluntariado en general, en la manera de ver el mundo y de vivirlo. Por eso cuesta mucho comprender este proyecto», expone el padre Antoni Cañellas, responsable la Vicaria per a la Vida Consagrada i Pietat Popular, del Bisbat de Mallorca. No ha querido hablar de la crisis de los jesuitas, pero sí reflexiona sobre la posibilidad de las salidas de más congregaciones, de las reubicaciones a otros centros o adaptaciones a los nuevos tiempos.

Actualmente, explica el padre, «no hay tantas congregaciones numerosas; la mayoría son muy pequeñas en Mallorca». Pero ante todo, explica que cada orden se autogestiona y decide su futuro. «La media de edad sube cada vez más y esto hace que debamos pensar cómo reconvertir la vida religiosa, especialmente en nuestra Diócesis que es donde nos afecta. A pesar de todo, la congregaciones minoritarias siguen teniendo mucha presencia en la Iglesia y en nuestra sociedad», destaca Antoni Cañellas.

En los últimos años, han desaparecido alrededor de tres congregaciones. Según la situación de cada orden, se decide una cosa u otra, pero según la experiencia del padre, la mayoría u opta por reubicarse en una casa (en el caso de ser muy pocos) o juntarse con otras congregaciones. Sin embargo, el mensaje que quiere dar es «positivo»: «Hay que intentar dar un buen testimonio, ser optimista. No nos debemos preocupar por qué cierra o no, sino de continuar con lo que tenemos».