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Antònia Solomando acaba de doctorarse en Biología Marina en la UIB con la tesis Evaluación de la incidencia y el impacto de los plásticos en la fauna del Mar Balear (original en inglés). Solomando ha estudiado, a lo largo de los últimos cinco años, el impacto de los plásticos desde pequeños invertebrados hasta la megafauna, pero centrándose en peces de valor comercial (serviola y dorada), tortugas y cetáceos (delfines y ballenas). La tesis ha sido dirigida por Salud Deudero, Samuel Pinya y Antoni Sureda.

Solomando detecta dos grandes impactos: la ingesta de plásticos y el enmallamiento en artes de pesca. La investigadora señala que «la ingestión puede abarcar micro y macroplásticos, y la hemos confirmado en el 70 % de las tortugas marinas, el 10 % de los cetáceos y el 98 % de las serviolas, por lo que, en este último caso, ya nos encontramos ante un problema que puede afectar directamente a la salud humana, teniendo en cuenta que las serviolas utilizadas en el estudio fueron capturadas en diferentes localizaciones. Siendo migratorias, no ha habido diferencia en cuanto a la ingesta de microplásticos en un punto u otro. En cuanto a los enmallamientos, los hemos encontrado en el 7 % de los cetáceos, con algún caso de aletas mutiladas a posteriori».

La tesis de Solomando también ha incluido el estudio, en este caso en laboratorio, de los efectos de los microplásticos en las doradas, «que activaron un estrés oxidativo, con daños a nivel celular y alteraciones genéticas y de comportamiento», indica la doctora en Biología Marina.

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Todos los datos de la tesis doctoral llevan a reflexiones más generales de Solomando: «El Mediterráneo es el mar más contaminado del mundo. Concentra hasta el 25 % del turismo global y el 30 % del tráfico marítimo mundial, siendo un mar casi cerrado, con poco intercambio de aguas. Así, el problema de los plásticos en el Mediterráneo es muy grave, pero también encontramos metales pesados, contaminantes orgánicos o DDT, un plaguicida prohibido hace 15 años, pero que persiste en la columna de agua. El plástico añade otros dos problemas: por un lado, libera sus aditivos, pero, por el otro, adhiere los metales pesados y el DDT disueltos en el agua. Por tanto, la ingesta de plásticos por parte de los peces puede ser muy tóxica y, evidentemente, llegar al ser humano».

Siempre se ha hablado de la ingesta de plásticos por parte de las tortugas marinas, al confundirlos con medusas. La investigadora indica que «la gran diferencia entre el 10 % de cetáceos que han ingerido plásticos frente al 70 % de las tortugas obedece a que, gracias a su sistema de ecolocalización, los primeros pueden distinguir los plásticos de sus presas habituales. Las tortugas no tienen esa ecolocalización. Sin embargo, esa ecolocalización de los cetáceos se ve muy afectada en el Mediterraneo por la contaminación acústica causada por el intenso tráfico marítimo de transporte y turístico».

Antònia Solomando recuerda que «el primer artículo científico sobre el impacto de los plásticos en el mar apareció en 1972. En 2019, aparecieron 800 artículos. El problema crece de manera exponencial y la ciencia está avanzando, pero las medidas políticas de gestión llegan tarde».

El apunte

El 80 % de los plásticos marinos procede de tierra

Antònia Solomando subraya que «el 80 % de los plásticos que aparecen en el mar procede de tierra. El 20 % restante corresponde a la actividad pesquera. La mayoría de los plásticos presentes en el mar son de un solo uso y su degradación puede durar cientos de años. Por su parte, los enmallamientos dificultan la movilidad de los cetáceos para alimentarse, reproducirse y escapar de los depredadores. Al final, todo ello se traduce en una muerte lenta».